Son muchas las faces
que adopta: muchas veces es la sonrisa
loca como la que más.

Necesario reconocer que todo sufre.
Así perdemos
el cabello, los dientes, la compostura.

Tenemos siempre el corazón de niño,
dispuesto a atesorar el llanto
y a sentirse sólo relajado
tras de la fuga erótica de las lágrimas.
En paz así se quedan dormidos,
esquivos al beso del día
inútil de sí mismos.

El delirio es algo compartido.
Aquí un reguero de insectos;
allá un movimiento de filamentos que te apresan
en la red más apretada.

Deviene solo y simplemente.
No busques. Aparece de pronto
como el estúpido nacimiento
y el astro impotente del sol.