Las 15 historias que destacaron en la lucha por el pase doble al Vive Latino

0

Jesús Abraham Vila Lira

Esta es la triste historia de cómo nunca he podido ir al Vive Latino.

Morrissey Cancela su aparición UN DÍA ANTES

El primer año que pensé que iba a ir al Vive Latino fue en la edición del 2013. Morrissey se presentaría y estaba muy emocionado, recién me había vuelto fan de The Smiths y este era un concierto de ensueño. Junte mi dinerito y compre mi boleto para el jueves, pero algo sucedía, Morrissey de la nada empezaba a cancelar sus conciertos previos al Vive. Uno tras otro.

Resulta que una semana antes este tipo se levantó de su habitación con un vomito color negro en las sabanas. Al final se canceló un día antes. ¡UN DÍA ANTES!, ¿Pueden creerlo? Tristemente fui por mi dinero el lunes siguiente. No podía ir el fin de semana porque soy estudiante foráneo y el viernes tomaba mi camión rumbo a Oaxaca.

La imprudencia de mi gato

En la segunda ocasión había ahorrado para comprar mi boleto, pero no contaba con algo. Al parecer el imprudente de mi gato se fue a comer las plantitas de mi vecino y este lo mando bien lejos con una patada. Tuve que llevarlo al veterinario porque se le había roto una patita y pues yo quiero mucho a mi gato, el dinero se me fue en el veterinario. Este es él:

Él sobrevivió pero mi dinero para irme al Vive Latino no.

Sistema de Transporte Colectivo Metro

La tercera vez un amigo me dijo que le venderían los boletos más baratos y le pedí que comprara el mío. Los recogió y nos quedamos de ver en metro Chilpancingo. Una vez ahí reunidos nos disponíamos a ir al Festival. Resulta que por algo debes dejar salir antes de subir a los vagones.

Mi amigo traía los boletos en la mochila junto con todas sus cosas. Él Traía una de esas mochilas como transversas que te las puedes poner en un solo hombro ¿Saben? casi como un bolso muy largo. Bajó mucha gente en esa estación. Entré al vagón como pude y cuando me di cuenta mi amigo no lo había hecho, me decía que saliera rápidamente y entonces salí. Cuando se fue el metro le pregunte que porque no nos fuimos. Baje la mirada hacia las vías del metro donde el me señaló.

Lo habían empujado y su mochila se había colado por el espacio entre el vagón y el suelo. Entre un celular roto, unos cuadernos y sus audífonos caros estaban los boletos. Uno roto y el otro no se alcanzaba a ver. Demonios, la gente de la estación nos dijo que no podían bajar hasta que el día acabara.

Nos explicó que al día siguiente tendríamos que pasar por las cosas a esa estación. Me quede sin ir al VL por su estupidez. Me sentí peor que el tipo que dejó que le pasara esta desgracia.

Como pueden darse cuenta tengo la peor mala suerte cuando se trata de asistir al Vive Latino.