En la noche de mi cuerpo
tu semen es una constelación amorosa: cada gota
es una estrella recién nacida saludando al universo,
iluminando la calma transparente en que tú y yo
permanecemos extáticos, de cara al milagro.
En la noche del tiempo y de mi cuerpo, camino de luz es
donde leo las señales que me harán volver siempre a casa,
hacia donde dirijo la mirada
añorando el secreto de los antiguos orígenes.
Es la cifra de mi destino suspendida en el vacío.

Como un reguero de luces de Bengala,
hace del misterio un juego.

Viene a atestiguar la consistencia húmeda y estriada
en la que los seres se sienten vivos y completos.

Es la expulsión violentísima desde fraguas ignotas
que ya luego permanece simplemente en reposo,
repartiendo su vida, como el mundo.

Reguero nutritivo para el abandono cósmico,
sé su sabor. Sé la exacta lasitud con que unge mi necesidad:
mi vaso apurado antes de dormir,
mi surtidor de gracia todavía.

Sé la muerte que mata en mí.