Las fechas del calendario en que intentaríamos perdonar
aquellos agravios originarios
han sido ya marcadas con una cruz:
¡la cruz inexorable de la muerte!
La herencia es el luto.
Y una lluvia que estropea las cosechas.
Y un fuego que termina dejándonos solos.
Pero hay que pelear con el hermano
por el mismo mendrugo,
con la severidad encarnizada de los perros.
Por ello viviremos todavía…