Mi madre dijo que el mundo era hermoso 
y me besó. ¡Oh, cuánto ha ella mentido!

De esos días en los que pudo bajar el ángel a velar el sueño
no ha quedado ninguno.

La pesadilla despierta es, en este instante,
que un río de lava del infierno me arrastre
hasta sus últimos confines,

mas no quiera ahogarme.