Los vampiros de Ann Rice constituyen una importante referencia dentro de la narrativa norteamericana del siglo XX debido a las innovaciones psicológicas que introduce la escritora en la caracterología del vampiro, las cuales corresponden a un proceso de humanización del vampiro por el que éste ya no es un ser exclusivamente malévolo, sino que sus actos son expresión de una personalidad que se cuestiona su propia existencia y sentido del bien y el mal. Anne Rice fue la primera autora que utilizó al vampiro como un personaje central cambiando la percepción clásica de las escrituras vampíricas, modelo sin duda más moderno que seguiría siendo desarrollado por ella misma y por otros escritores,[1] convirtiéndose en una de las mayores influencias en la narrativa de vampiros[2] al enfocar en ella ya no a los cazadores de vampiros, si no a los vampiros mismos en sus relaciones con otros vampiros;[3] proceso que trasforma la percepción del lector al ser el vampiro ya no una figura de miedo sino una figura de simpatía[4] abordada desde la perspectiva y el punto de vista de los vampiros mismos, lo que ayuda a la identificación del lector, misma que se potencializa por el hecho de que estos vampiros a la vez sienten simpatía por los humanos.[5]
Sus historias vampíricas parten “de la premisa simple pero impactante de que los vampiros serían los responsables de contar sus propias historias, lo cual abre un amplio abanico de posibilidades literarias que no se habían explorado antes”;[6] interesándose en la figura del vampiro como una metáfora del forastero, es decir de los que viven en las orillas, símbolos de aquellos a los que la sociedad reprimió sin darles la oportunidad de contar sus historias desde sus propios puntos de vista.
Los vampiros son ahora unas criaturas que, diferenciándose básicamente de los humanos por su naturaleza de bebedores de sangre, son capaces de odiar, amar, sentir y dolerse de una manera humana o incluso más intensamente. Campo Ricardo Burgos López piensa que los vampiros de las Crónicas vampíricas, la saga de novelas de vampiros de Rice que se inicia con la célebre Entrevista con el vampiro (1976), representa uno de los giros importantes que ha sufrido el vampiro literario en los últimos años. En estas obras se muestra al vampiro no sólo como victimario sino como víctima de su naturaleza;[7] se introduce en ellas a vampiros nihilistas, vampiros que se plantean cuestiones metafísicas y que se construyen su propia ética en el vacío que supone la eternidad; todos ellos son dueños de sí mismos, ateos (no están más seguros de la existencia de Dios que los mortales), seductores, pasionales, románticos y muy bellos.[8] Están forzados a luchar con las cuestiones acerca del bien y del mal tal como los humanos hacen. Un ejemplo significativo lo vemos en Louis, un vampiro con una conciencia existencial frágil, que revela empatía por sus víctimas y es acosado por dudas constantes, culpas y la angustia de no conocer los orígenes de su especie, tanto así que decide hacer un viaje al Viejo Mundo con el fin de buscar a otros vampiros para intentar encontrar respuestas a sus incógnitas. Por otro lado, los vampiros de Entrevista con el vampiro son seres muy eróticos (el homoerotismo masculino está muy bien definido, el cual habría hecho ganar a la novela muchos lectores por ser algo novedoso en el género[9]), pero también son capaces de sentir el ágape. Además de depredadores nocturnos, son sensibles y vulnerables.[10] Y aunque no todos los vampiros de Rice son iguales entre sí, destaca la elaboración literaria, por inédita, de aquellos vampiros que sufren, buscan, se apasionan.
Al igual que otros vampiros tradicionales pueden ser
destruidos por el fuego y el sol; y suelen dormir en ataúdes, aunque no los
necesitan precisamente. Los ajos, espejos y artículos religiosos no tienen
influencia alguna sobre ellos (de tenerla, se certificaría en ellos una
naturaleza demoniaca de ellos[11]), lo cual hace que en
Rice los vampiros dejan de estar envestidos de connotaciones religiosas.
[1] Ingunn, Annea Ragnarsdóttir (2011): “The vampires of Anne Rice. From Byron to Lestat” [en línea]. Reikiavik, p. 6. Disponible en: http://skemman.is/stream/get/1946/8354/22231/1/IngunnAnneaBA.pdf [Consultado el 6 de noviembre de 2015]
[2] Ibídem, p. 11
[3] Ídem
[4] Ibídem, p. 12
[5] Ibídem, p. 14
[6] Silva Sardenberg, Thiago (2014): “Minha história conto eu: a celebracao da alteridade em Entrevista com o vampiro de Anne Rice” [en línea] en Palimpsesto No. 18. Río de Janeiro, p. 243. Disponible en: http://www.pgletras.uerj.br/palimpsesto/num18/estudos/Palimpsesto18estudos11.pdf [Consultado el 6 de noviembre de 2015] La traducción es mía.
[7] Burgos López, Campo Ricardo (2014): “Unos cuantos vampiros colombianos” [en línea] en Estudios de literatura colombiana No. 34. Bogotá, enero-junio, p. 101 Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4765600 [Consultado el 6 de noviembre de 2015]
[8]Morales Lomas, F. (2013): Op. cit., p. 150
[9] Ingunn, A. R. (2011): Op. cit., p. 23
[10] Burgos López, C. R (2014): Op. cit., p. 102 y 105
[11] McGinley, Kathryn (1996): Op. cit., p. 81