En mayo del año pasado, la Ediciones Zetina lanzó su antología Escondidos. Antología narrativa sobre erotismo y masturbación. Esto en su colección Destellos, la cual “publica libros de erotismo con alguna particularidad, ya sean propuestas originales, planteamientos singulares, enfoques auténticos o tratamientos novedosos. Se pone atención especial a obras escritas por mujeres y las narradas con el recurso de la acción directa.”

                En 35 textos de 35 autores diferentes se focaliza en ellos la transgresión a la moralidad puritana y culposa en relación a la sexualidad impuesta a nuestra Latinoamérica por la religión cristiana y su versión católica. Por tanto, se confronta, se discute y se enfocan temas que siguen siendo tabú, a pesar de que sean totalmente naturales, normales e incluso sanos, como la masturbación, incluida, por supuesto, la de las mujeres, a las que se les arrebató durante siglos el derecho al goce sexual, siendo que ellas poseen el único órgano del cuerpo humano diseñado exclusivamente para el placer, el clítoris, y poder sentir orgasmos múltiples de manera consecutiva.

                Pues bien, entre el cuento, la minificción, el testimonio, la crónica y tal vez el ensayo, se juega con los registros y las modalidades para ensayar otros limites más ulteriores de nuestra capacidad para imaginar el erotismo, la sexualidad, el placer, el deseo. Es decir que no podremos saber de la lectura de estos textos con tendencia a hibridarse qué es ficción y qué fue “realidad”; o cuáles casos la experiencia se enmascaró, se disfrazó, se dramatizó o hiperbolizó para alcanzar cuotas artísticas. La fantasía sexual provoca la autoficción, pudiendo ser capaz de contagiarse de modo mágico, a partir de la reconstrucción de los pasajes en la mente, de los cuerpos y sus redondeces, profundidades, cavidades, mucosas y lo que más queramos. En tal sentido cobra relevancia el hecho de que están narrados en primear persona, confundiéndose la figura autoral con la voz narrativa. Se experimentan también los bordes permitidos por la tradición familiar y se decide saltarlos en favor del placer. Todos ellos, en este sentido, proponen alguna crítica a nociones de normalidad, patología, zona erógena, juguete sexual, etc., logrando una poética de la periferia, de lo “oculto”, lo “prohibido”, que tanto nos atrae y que, como nada podremos contra ello, sólo nos queda velarlo.

                Frescura, determinación, juego, experimentación y libertad son algunas notas particulares de estos textos con voluntad de originalidad que no se amedrentan ante la posibilidad de rebasar y desarticular los límites culturales en torno al sexo, tales como los constructos de género y sus estereotipos. Así, la antología se propone sui géneris, ofrecida quienes deseen cuestionar el estado de la cuestión de las identidades sexuales, albergando lo queer: esa etiqueta siempre antiesencialista, móvil, fluctuante y nómada que alberga a todas las prácticas y relaciones afectivas, eróticas y sexuales que han sido marginales, periféricas, negadas, expulsadas: las disidencias, los fetichismos, las rarezas que se piden solo en la cama a personas que nos son muy íntimas. Su editor, Daniel Zetina, nos indica que esta propuesta editorial está lejos de los falsos cánones y las intelectualidades banales.

                La relación de textos es la siguiente: “Medhea” de Madeline Martínez, “La masturbación es infinita” de su servidor, “La lluvia de entonces” de Ana Delia Carrillo, “Bibliofilias” de Eusebio Melgar Moreno, “De mí para mí” de Lorena Aguilar, “Pálpito, deseo y fuga” de Fernando Reyes Trinid, “Diluvio redentor” de Ana Gabriela Morales Ríos, “Superviviente de la carne” de Eugenio Zigurat, “Anuket Hali” de Arielle Melgar, “Inteligencia artificial” de Fauto Leyv”, “Conmigo” de Aracely Santillán, “Sombra entre las sombras” de Isabel Gamma, “El ruido de las zapatillas” de Misael Consuegra, “Aprendiz de escritora” de Jan Olvera, “Popeye” de Rafael Fernández, “Miel” de Liz Vargas, “La erótica balada” de Vélez Dorantes, “Bajo la falda escolar” de Magaly Acosta, “Obstinación sexual” de Noemí Tejeda Flores, “En la combi” de Don Roberto, “Apostándole a lo mismo” de Ricardo Durán, “Dentro de tu cielo, olvido mi infierno” de Mimí Tinajero, “Nadia, la castellana” de Rodolfo Uribe Iniesta, “Lista de compras” de Mireya Hernández, “El becario” de Ricardo Durán, “El tercer sexo” de Luna Rigra, “Santo Domingo” de Alejandro Brauer, “Deseo etéreo” de J. Patricia Mosqueda R., “Superpoder” de Gustavo Reyes”, “La invasión” de Claudia Luna, “El alado aroma de tu piel” de Horacio Porcayo, “Yo” de Una Nómada, “Cine porno” de Nicolás Ramajo Chiacchio, “Tiempo de amar” de Princesa Hermosa. “Romina” de Aurora Cerón, “Buenas vibras” de Yezidy Flores.

                Aseguramos que el lector encontrará, además, reflexión, diversidad, posturas que también son políticas. “Lo importante, al final, es continuar el debate, así como reconocer nuevas posibilidades eróticas, estéticas y éticas”, concluye Daniel Zetina en la “Presentación” del libro. Lo atractivo de este libro en tanto objeto material es que el lector puede escoger entre las siguiente cinco portadas. Se encuentra en la librería en línea de Ediciones Zetina o se compra directamente con el autor a través de sus redes sociales.