Se sabe que gran parte del pensamiento de Plotino se debe a su maestro Ammonio Sacas, del que aprendió en Alejandría, sin embargo no es posible saber con exactitud qué tanto es así. Plotino abrió su propia su propia escuela en Roma en 244 d.c. Escribió sus lecciones en una obra de nueve tomos (número de significado metafísico) llamada Ennéadas. La escuela de Plotino representa algo nuevo en la filosofía griega pues quería enseñar a los hombres a alejarse de la vida terrenal para reunirse con la divinidad en una unión extática. Sus ultimas palabras pueden darnos un resumen del sentido de sus lecciones: “Tratad de volver a unir lo divino que existe en vosotros, a lo divino que existe en el universo.” A continuación se resumen brevemente algunas de sus enseñanzas más importantes.
Plotino adopta la idea del Uno como principio absoluto, productor de sí mismo, diferenciándose en algunos puntos de Platón y Aristóteles. Según Plotino todo ente es tal a razón de su unidad: despareciendo ésta, desaparece el ente. Los diferentes principios de unidad en diferentes planos suponen un supremo principio de unicidad único, que considera infinito, inmaterial, inefable y con ilimitada potencia de creación: algo que está “más allá de todo”. El Uno es la simpleza de lo complejo y lo múltiple reunidos, una riqueza inagotable: el Uno Absoluto es causa de todo lo demás. Otro término que utiliza con frecuencia en su metafísica es el de el Bien (agathon), un bien trascedente y absoluto y que está por encima del ser, del pensamiento y la vida, y representa una categoría superlativa de éstos. Se dice que su pensamiento llega hasta los propios límites de la metafísica y alcanza una de las cumbres más elevadas del pensamiento de Occidente cuando afirma que el Uno “se autopone”, es “actividad autoproductora”, es “el Bien que se crea a sí mismo”, “cuya voluntad y su esencia coinciden (…) y como quiere ser, así también es”: “es lo más elevado que puede imaginarse”. La concepción de absoluto como causa de sí misma alcanza en él cimas más altas que las logradas por Platón o Aristóteles.
Para ilustrar como proceden todas las cosa del Uno utiliza una imagen didáctica que se ha hecho clásica, la de la luz que irradia desde una fuente luminosa en forma de círculos sucesivos: “Existe, sí, algo que podría llamarse un centro: en torno a éste, un círculo que irradia el esplendor que emana de aquel centro; en torno a ambos (centro y primer círculo) otro círculo: ¡luz que da luz!”. Esta imagen sirve también para ilustrar su tesis de que el Uno produce todas las cosas permaneciendo en reposo, actividad generadora que no lo empobrece ni condiciona en absoluto. Lo engendrado es inferior en calidad al generador, y no es utilizado por este. La fuerza actuante del Uno está encerrada en el ser y también brota hacia fuera se él, como en el caso del fuego cuya esencia es el calor y que también hace derivar calor de su esencia en la medida en que el fuego ejerce la fuerza actuante que se encuentra originalmente encerrado en su ser. Esta actividad generadora es caracterizada por Plotino como libre por excelencia. Cabria decir que ese Uno, identificado por la tradición teológica posterior con Dios se autocrea libremente a sí mismo, expandiéndose por la necesidad de producir lo distinto de sí.
De esta primera realidad suprema del Ser se deriva una segunda que el filósofo llama nous. Este nous ha sido traducido como “espíritu”.
Para Plotino la materia sensible es derivación última del proceso productor de la fuerza del Uno, cuya fuera se va debilitando hasta agotarse. La materia es la extrema privación de la potencia del Uno y privación del Bien. Así la materia es mal, pero no una fuerza negativa sino simple carencia de valor positivo. A tal privación le llama no-ser, por ser diferente a él, y estar debajo suyo. El mundo físico es, pues, como la extremidad del círculo de luz que se transforma en oscuridad.
Plotino piensa que el hombre es anterior al mundo físico, prexistiendo en estado de alma pura: “Antes de que sucediese nuestro nacimiento, morábamos allá arriba: éramos hombres y estábamos determinados de modo individual, y también éramos dioses, almas sin mezcla.” Plotino sostiene que el alma debe bajar al mundo de la materia para actualizar las potencialidades del universo. Pero también dice que hubiera sido mejor que el alma del hombre no tuviera jamás cuerpo; sin embargo este descenso, que Plotino asume como un atrevimiento o audacia, es involuntario e inevitable. El castigo de este atrevimiento es la experiencia del dolor. El alma puede tener además la culpa de olvidarse de sí y su origen por estar el cuerpo puesto más al servicio de las cosas exteriores y de la materia de misma. Plotino considera que sensaciones, pasiones, sentimientos, memoria y deseos son fenómenos del alma, cuya actividad principal es la libertad, es decir, permanecer ligada al Bien en diversos grados. El destino del alma consiste en volverse a reunir con lo divino, el retorno al Uno, lo cual es posible de hacer aun en esta tierra. Esto es posible porque el alma humana tiene un elemento trascendente que la une a lo divino aun en el sufrimiento. El retorno a lo absoluto se hace posible por diversos caminos: la virtud, la erótica, la dialéctica o la mística dada por éxtasis. Para llegar a esta unión mística y extática es necesario que el hombre entre en su propia alma despojándose de elementos afectivos, de la palabra y el logos y se sumerja en la contemplación del Ser. Este despojamiento es un enriquecimiento: “Creces tú mismo, después de echado fuera lo demás; y después de tal renuncia, se te hace presente el Todo: pero si bien se presenta a quien sabe renunciar, no se aparece para nada en cambio al que se queda con las demás cosas. No creas que vino para estar junto a ti, pero cuando no está junto a ti, has sido tú quien se ha marchado. Y si tú te has marchado, no es que te hayas apartado de Él (Él siempre estará presente) o que te hayas ido a otro lugar, sino que, aun quedándote presente, te has dirigido hacia la parte opuesta (la parte de las cosas).” Este es un estado de hiperconciencia, en la que el alma de ve deificada.
Las aportaciones metafísicas de Plotino llegan a ser inéditas e importantes dentro de la Filosofía clásica porque son el máximo desarrollo que tuvo la metafísica durante aquellos siglos, a la vez de aportar elementos que servirán para escuelas místicas sucesivas, y cuya influencia se dejará ver en siglos posteriores. Además de todo, pienso, uno de los valores de este sistema de Plotino reside en su propia belleza literaria.