Antecedentes
Tras la caída de la última dinastía china, la Quing, en 1911, surge un sistema político nuevo que en su modalidad moderna (de 1949 a la fecha) conserva elementos de base del modelo político tradicional milenario chino, cuyos componentes son los mandarines confucianos, dirigentes elegidos mediante un sistema rígido de exámenes como sistema meritorio, el primero del mundo, y un sector militar. En el vértice superior de este esquema se encuentra el emperador como autoridad suprema, sostenido por las fuerzas de la milicia, la doctrina y la burocracia, por encima de toda la demás sociedad. (MacFarquhar, 1999, p. 105-109)

Fig. 1: Régimen tradicional confuciano
Este sistema confuciano tiene una naturaleza política totalitaria abarcada por una doctrina o ética de estado que sostiene y articula todas las partes. Tal sistema busca la obediencia de los elementos subordinados, desde los altos mandos hasta la vida familiar básica, abrogándose el derecho de fijar todos los preceptos que regulan la vida social. Confucio sostuvo que la base del estado estable estaba constituida por la familia, conformada por el clan en el que se encuentran los parientes consanguíneos y no solo los elementos nucleares.
Solo hasta el siglo XIX, con la influencia de Occidente, este sistema comenzaría a resquebrajarse. Después de la derrota de China en la guerra contra Japón de 1894-1985, los reformistas chinos comenzaron a buscar opciones a su antiguo sistema de gobierno, poniendo en tela de juicio su capacidad y utilidad, mientras que los conservadores aludían a mantener la tradición de los ancestros.
En 1900, tras la huida de la corte imperial, la emperatriz Ci Xi cedió a las presiones de los reformistas que condujeron al abandono del sistema confuciano, poniendo fin a los mandarinatos. Tras la muerte de la emperatriz en 1908, los generales conspiraron para derrocar el gobierno imperial y la milicia ocupó el poder vacío.
Con la reunificación de 1949 se creó un gobierno nuevo que no obstante mantuvo de forma subrepticia elementos del antiguo sistema confuciano. (Ibídem, p. 114-119)
Generalidades de la China comunista
El partido comunista se basa en una doctrina fuerte y totalitaria, que no solo le permite comprender su pasado, sino que ordena el presente de los ciudadanos con base en una esencia de cambio y movimiento, y no recurriendo a una edad de oro mítica como lo hicieron los confucianos.

Fig. 2: Régimen comunista chino
El gobierno comunista chino fue el primero de la historia en hacer sentir su dominio en todo el territorio chino a través de una organización sólida y de medios de comunicación modernos. Los comunistas terminaron deslindando el territorio chino en una soberanía que abarcaba alrededor de 9.6 millones de kilómetros cuadrados, reuniendo los territorios que las dinastías históricas conquistaron en los siglos pasados.
Durante el inicio del estado comunista la sociedad fue llevada a nuevas formas de comercio, industria y propiedad de la tierra, prometiendo un sistema que trabajaría de manera extraordinaria. Sin embargo, existieron desastres históricos en la carrera para convertir a China en potencia mundial, como la hambruna de principios de la década de 1960, que habría matado a unos 28 millones de personas, tras la política del Gran Santo Adelante (GSA). Lo que hizo perder la fe en el sistema socialista a la gente e incluso a camaradas del mandatario Mao Tse Tung; siendo Pen Dehui el único miembro del buró político que se atrevió a criticar abiertamente los errores del GSA, constándole la renuncia forzada y la defenestración política. Para enderezar la situación, Mao Tse Tung planeó la Gran Revolución Cultural Proletaria, la cual se considera un segundo desastre masivo. Una supuesta gran revolución continua fue el lema de Mao Tse Tung lo cual lo llevaría e innumerables facturas y a un cisma en el comunismo internacional.
Tras la muerte de Mao se llevó a cabo una corta pero aguerrida lucha entre facciones, de la que emergería el liderazgo de Deng Xiaoping entre 1980 y 1992, quien, si bien no ocupó la presidencia de la república ni la jefatura del partido comunista, como presidente de la Comisión Militar Central fue la cabeza de todo el sistema político.
Al darse cuenta Deng de que China no podía continuar por el camino dejado por Tse Tung, llevó a cabo una radical reforma de la política del país, dejando de lado el sistema doctrinario formado por una triada de pensadores comunistas: Karl Marx, Vladimir Lenin, Mao Tse Tung, como guía de dirección del pueblo. Tras la introducción de reformas económicas, China entra en el comercio global y financiero, aunque muestra grietas en su orden monolítico. Tras de ello, el partido comunista se caracterizaría por un liderazgo colectivo en vez de autocracia personal, desde la era de Jian Zemig hasta el presente.
A pesar de lo cual, no parece existir más fe popular en el partido comunista chino en decadencia, y, en ausencia de una política dominante, la población se refugia en religiones extranjeras como el cristianismo y sectas locales de autonomía étnica, así como en el pluralismo ideológico, a pesar de las represiones severas a las que ha recurrido el estado. (Ibídem, 314-321)
Orígenes y formación de la República Popular China
La República Popular China surge tras un largo proceso revolucionario que se inició con la creación del Partido Comunista de China a mediados de 1921, promovida por la Internacional Comunista fundada por Lenin y sus allegados en 1919 con el fin de ganar proselitismo en el mundo y fomentar la fundación de partidos comunistas en países en desarrollo.
China se halla entonces en una incipiente republica sobreviviente con varios dominios militares de caudillos, algunos de los cuales controlaban desde la ciudad de Beinjing una amplio territorio del centro-norte y noreste del país, formando un gobierno casi nacional que le disputaba al gobierno republicano la representatividad como autoridad en China.
Francia y Gran Bretaña, tras el fin de la guerra mundial, decidieron premiar a Japón con las concesiones territoriales en china de los enemigos derrotados, en vez de devolverlos a China, que también había sido aliada de los vencedores. Esto provocó reclamos y protestas masivas de estudiantes, universitarios, comerciales, intelectuales y miembros de la incipiente clase media en ciudades como Shanghai y Beijing, pidiendo en las calles exigir que los plenipotenciarios chinos no firmaran el tratado internacional de paz de Versalles. Si bien, los dirigentes militares no suscribieron el tratado, lo cierto es que además de ignorar las protestas las reprimieron, pues la realidad era que recibían ayuda militar de Japón y mantenían vínculos estrechos con él. En tanto, las ideas republicanas, anarquistas, socialistas y comunistas inundaban el pensamiento de la gente, al mismo tiempo que personalidades intelectuales como Bertrand Russell y Bernard Shaw llegaban a China a dar conferencias, estableciendo vínculos con académicos y escritores chinos. Paralelamente, miembros activistas de la Internacional Comunista formarían clubes de estudio del marxismo-leninismo en el seno de las universidades que serán decisivos para la fundación del Partido Comunista. (Anguiano, 2011, p. 12-13)
Debido a sugerencias de la Internacional Comunista, los comunistas chinos, que eran minoría en las organizaciones del su país, se aliaron con el Partido Nacionalista, comandado por Sun Yatsen, y durante 1922 y1927 formaron un frente junto a los nacionalistas para la reunificación del país. Tras la muerte de Sun, el frente unido se inició a fracturar, rompiéndose su alianza de manera sangrienta. Por órdenes de Moscú, el frente de comunistas chinos, que había aumentado en número en grado considerable al incorporar fuerzas populares como sindicatos, se levantó en armas para apoderarse de las ciudades del sur de China, lo que en la historia se le conoce como “levantamiento de la cosecha de otoño”, registrado a comienzos de agosto de 1927 y terminado con un desastre militar. A partir de esto, surge una guerrilla del partido comunista en la que destaca como principal estratega Mao Tse Tung, uno de los treces líderes que habían fundado el partido comunista, haciéndose del control del partido en 1935.
De 1927 a1935 los comunistas establecieron bases en las montañas del sur del país para luego huir al desierto de Gobi en el norte donde establecieron nuevas bases guerrilleras. A este desplazamiento revolucionario se le conoció como la gran mancha.
Debido a la incrementada intromisión de Japón en los asuntos chinos, obligadamente los comunistas y los nacionalistas llevaron a cabo un nuevo frente unido para enfrentar la agresión externa. Tal guerra se extendió hasta 1945, habiéndose engarzado con la Segunda Guerra Mundial a partir de diciembre de 1941. Como resultado, China emerge como una de las cinco potencias, que bajo la tutela de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, fincaron el reparto geopolítico posterior a la rendición de Japón, Alemania e Italia. Internamente el partido comunista había ganado fuerza y control en los territorios. Y tras un breve periodo de paz entre las fuerzas comunistas nacionalistas, estalló la guerra civil a finales de 1946. (Ibídem, p. 14)
Los tres años de historia que siguieron (1946-1949) están llenos de acometimientos en los que la Unión Soviética y Estados unidos intervienen repetidamente en China con el fin de mantener sus zonas de influencia. Washington actúa sobre China de manera directa, aunque errática, y Moscú de manera discreta, con el fin de evitar que el triunfo de los comunistas chinos terminara enfrentando a los soviéticos con Estados Unidos.
En septiembre de 1949 Mao Tse Tung convoca en Beijing a una Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino que aprueba el programa para el régimen político que se avecinaría, el cual postulaba la gradual creación de una democracia popular, y donde, si bien no mencionaba de manera clara como meta última el socialismo o el comunismo, sí se refería a los enemigos del viejo régimen como a los “imperialistas y capitalistas”. Justo antes de esa reunión, con motivo del 28° aniversario del Partido Comunista Chino Mao publicó un texto ensayístico titulado “Sobre la dictadura democrática popular”, donde exponía las ideas en que se fundamentaría el nuevo régimen, caracterizándolo como un frente unido dirigido por la clase trabajadora (lo que incluye al proletario, el campesinado y los obreros, así como a la pequeña burguesía urbana) cuyo representante sería el partido comunista. Este frente llevaría a cabo una dictadura popular democrática como forma de gobierno. En el plano internacional, tal régimen se colocaba del lado de los países socialistas encabezados por la Unión Soviética.
Los primeros cinco años de la República Popular China se caracterizan por una estructura de gobierno provisional, basada en al programa aprobado por la conferencia consultiva, el cual constaba de 60 artículos y siete capítulos en los que se explicaba teóricamente la estructura del gobierno, de sus órganos y la división del territorio del país, que replegaba en la isla de Formosa la República China bajo el nombre de Taiwán. (Ibídem, p. 16-18)

Fig. 3: Territorios de la República Popular China
De 1949-1954 se llevaron a cabo varias campañas de depuración social que aniquilaron a los propietarios rurales con más tierras, considerados como enemigos del régimen; se adoptaron reformas legales al matrimonio, y se erradicaron la adicción al opio, la prostitución y las sociedades secretas. La economía del país se revitalizó, acabándose la inflación; y se puso en marcha un plan de desarrollo económico inspirado en el soviético.
En el ámbito internacional, la china comunista estableció una alianza con la Unión Soviética, lo que la llevó a ser considerada la enemiga número uno de Estados Unidos en Asia, rodeándola de pactos militares y fuerzas navales equipadas con armas nucleares, al tiempo que protegía la supervivencia de la república en Taiwán, y logrando que ésta representara durante 22 años a China en la ONU.
Estos años son también los de la formación política de las instituciones jurídicas de la China comunista, llamada la “nueva”. En septiembre de 1954 se convocó a la primera Asamblea Popular Nacional, que junto con el consejo consultivo funcionó como congreso constituyente, al final de lo cual se aprueba la constitución política del país. Se ratificaba el sistema republicano centralizado, cuyo órgano soberano sería la Asamblea Popular Nacional en la que residiría el poder judicial. Habría un presidente y un vicepresidente de la república, electos por los asambleístas, siendo Mao electo presidente. Además habría un Consejo de Estado, encabezado por un primer ministro y órganos que formaban el poder ejecutivo. Se institucionalizó a las fuerzas armadas, que siguieron manteniendo el nombre revolucionario de Ejército Popular de Liberación y se establecieron niveles secundarios y terciarios de gobierno en asambleas y tribunales populares que, con algunas variaciones, permanecen hasta la fecha: municipalidades que dependen directamente del poder central, provincias y cinco regiones autónomas, pobladas principalmente por minorías étnicas.
De esta primera constitución, de cuatro en la historia, se enunció una evolución política como proceso revolucionario en el que los protagonistas son las masas trabajadoras y las etnias dirigidas por el partido comunista. Aun dos años después de proclamada la constitución y establecidos los órganos gubernamentales, se efectuó un congreso en donde se reforman los reglamentos del partido, reorganizado ahora como un liderazgo colegiado o colectivo, en el que a Mao se le consideraba primus inter pares y se le ratificó como presidente, no obstante el gobierno del parido del país y de país era compartido por cinco dirigentes más agrupados en el comité permanente central del partido. Estructura jerárquica que fue y sigue siendo la cúspide del poder real en China, al marquen de la teoría asentada en la constitución.
Una vez que todo el marco jurídico e institucional estaba completado, se esperaba que China entrara en un gobierno funcional que marchara gradualmente hacia el comunismo, en un camino menos accidentado que el caso soviético. Sin embargo, Mao Tse Tung, impaciente, renunciando a la presidencia, promovió campañas partidistas y movimientos de masa para avanzar estados históricos en lo que fue llamado el Gran Salto Adelante. Y uno de los más importantes experimentos de esto fue la colectivización repentina del campo creando comunas populares, lo que acarreó una hambruna cuyos efectos devastadores nunca han sido reconocidos en toda su amplitud por el gobierno. Esto permitió que Mao Tse Tung pasara por lo que él mismo llamaba una segunda línea de mando, cuya retirada táctica le sirvió para ir preparando nuevos movimientos masivos que hicieran pequeñas revoluciones dentro de la revolución mayor con el fin de limpiar la burocracia de “revisionistas” y de personas autocomplacientes.
Luego, Mao Tse Tung aprovechó las diferencias surgidas en el seno internacional sobre el papel del comunismo en el mundo para abrir un debate ideológico que tuvo gran influencia interna. Los adeptos a Mao adoptaron la interpretación marxista de Mao Tse Tung y lo apoyaron completamente en su confrontación con el papel sostenido por la Unión Soviética. También le permitieron al líder promover otra campaña que llamó de educación socialista, para lo cual se trasladaba por todo el país haciendo proselitismo, sin dejar de involucrase directamente en el gobierno del país. Luego de ello, en 1966, Mao Tse Tung produjo otra enorme campaña que también habría de trastocar todo el orden del país, desmantelando las instituciones jurídicas, a lo que llamó la Gran Revolución Cultural Proletaria. (Hu, 1994, p. 326-329)
Tras la muerte de Mao Tse, Tung, ocurrida en 1976, hubo una disputa interna por el poder que finalmente concluyó a favor de una facción de conservadores y sobrevivientes de la revolución cultural, en cuya cabeza figuró Deng Xiaoping. Una de las tareas más sobresalientes de esta facción fue su legitimación modificando la historia oficial, declarando que la década de la revolución cultural había sido una pérdida para el desarrollo de China.
Deng Xiaoping insturó una era, de 1982-1992, que muchos historiadores han calificado de reformista y de apertura, la cual tuvo la importante misión de restaurar el sistema político que los chinos habían construido entre 1954 y 1956 y que Mao Tse Tung había destruido en su mayor parte. Las vicisitudes del sistema político chino entre 1954 y 1982 se resumen en la proclamación de cuatro constituciones 1954, 1975, 1978 y 1982. (Ibídem, p. 331-334)

Fig. 4: Capitales y extensión territorial por regiones y provincias
En la actualidad se considera que el marco institucional y jurídico ya ha sido restaurando completamente en China de acuerdo con lo establecido en la década de los cincuenta del siglo pasado, pero con una ampliación en cuanto a la división de los podres, los gobiernos provinciales y el nivel terciario, así como en torno a las obligaciones y los derechos civiles. Se mantiene el principio de que la Asamblea Popular Nacional es el órgano supremo del Estado, pero en la práctica el partido es el que tiene la autoridad máxima en la toma de las decisiones más importantes, siendo que esto está por encima de los preceptos jurídicos. Tal sistema no ha aceptado nunca la existencia de un sienta democrático con la participación de múltiples partidos, ya que aparte de la existencia de los partidos del consejo consultivo no se permite la formación de nuevos para constituir la oposición. A pesar de ello, ha habido pequeños avances en tanto ya existen leyes civiles, mercantiles y penales, no obstante su conjunto es precario e insuficiente y sumamente ambivalente e incierto ante cuanto a sus procedimientos. (Anguiano, 2011, p. 24)
Relaciones internacionales de China durante la guerra fría
El nacimientode la República Popular China vino a trastocar todo el sistema mundial de mediados del siglo XX. Estados Unidos percibió el peligro de la aparición de un régimen comunista en el país más populoso del planeta, y esto afectaba la expansión de su influencia por Asia.
Del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 a octubre de 1949, con la proclamación de la República Popular China, la guerra fría llegó hasta el oriente de Asia, lo que contribuiría a la desestabilización de países de la región, lo que tendría efectos en la ruptura del frente unido entre comunistas y nacionalistas en China.

Fig. 5. Sucesión de guerras en China
Luego de instaurada la República Popular China, Estados Unidos bloqueó todo reconocimiento de representantes de ella en la ONU, organización de la que China era originalmente un miembro fundador, así como miembro permanente de su Consejo de Seguridad.
En cuanto a las relaciones con la Unión Soviética, Mao Tse Tung realizó el primero de dos viaje por tren a Moscú a finales de 1949, como parte de las celebraciones del cumpleaños número 70 de Stalin, y allí negoció una relación bilateral, de lo que resultó un tratado de amistad y ayuda mutua entre China y la Unión Soviética, firmado en febrero de 1950. (Gernet, 1991, p. 101-103)
A pesar de la clara alineación de China al grupo comunista soviético, Estados Unidos tuvo una reacción cautelosa. Y al mismo tiempo, interpuso la 7ª flota en el estrecho de Taiwán para impedir que el Ejército Popular de Liberación atacara la isla.
La guerra de Corea, prolongada hasta junio de 1953, supuso para China un enorme costo humano y material, viéndose obligada a reducir su desarrollo económico y posponer sus planes de ocupar Taiwán. No obstante, los líderes chinos aprovecharon el conflicto con Corea para hacer alarde de que habían enfrentado militarmente las fuerzas de Estados Unidos, con el resultado de un empate.
Tras ser considerada la China comunista como el principal enemigo de Estados Unidos en Asia, Estados Unidos y muchos aliados interpusieron un embargo económico y la rodearon de pactos político-militares, lo que incluía rearmar a Japón y la firma de tratados bilaterales de defensa con países del área: Japón, Taiwán, Filipinas y Corea del Sur. Producto de esto fue el Tratado del Sudeste de Asia (SEATO), una réplica de la OTAN europea, que sin embargo no tuvo éxito y desapreció en la década de los setenta.
En años que restaron de la década de los cincuenta, la diplomacia china sorprendió al mundo al mostrar independencia de criterio frente a la Unión Soviética, ya que se pensó que actuaría como un satélite de ésta. No obstante siguió militando en el bloque socialista encabezado por la URSS. En la lucha por la sucesión de Stalin, China dio su apoyo a Nikita Krushchev. Al mismo tiempo, a China se le abrieron foros internacionales que no esperaba, como la conferencia de Ginebra de abril-junio de 1954, a la que fue llamada para negociar la paz con corea, negociación que fracasó. (Ibídem, p. 1012)
La posición inicial de Mao Tse Tung de que en China no podían caber los términos medios, se modificó para desarrollar la idea de un “tercer mundo” conformado por los países recién independizados que luchaban contra el imperialismo y el neocolonialismo, pero no necesariamente por instaurar un socialismo.
Mao Tse Tung asiste al 40 aniversario del triunfo de la revolución bolchevique, en 1956, donde sostuvo tesis contrarias a las que Krushchev asumiría como convenientes para el comunismo internacional. En particular, Mao Tse Tung sostenía rechazar la necesidad de una distención en el enfrentamiento bipolar por temer al avance armamentista atómico que ponía en riesgo la existencia de la misma humanidad en caso de una tercera guerra mundial. Mao Tse Tung también calificó como “tigres de papel” a los estadounidenses mientras enalteció los avances tecnológicos de la URSS, que en octubre de ese mismo año había puesto en órbita el primer satélite artificial de la historia, lo que asombró a propios y extraños y dejó en claro la superioridad tecnológica y militar soviética. La diferencia de opinión entre Mao y Krushchev, sería el inicio de una disputa ideológico-política entre China y la URSS, que terminaría con la separación de ambos, mantenida casi en secreto hasta que tras la crisis del estrecho de Taiwán en 1958, Moscú interrumpió la ayuda a China para que construyera una bomba atómica y luego canceló toda cooperación técnica y económica con China. (Ibídem, p. 139)
Esto pone en evidencia que durante toda la guerra fría la posición de China en la política internacional fue beligerante, por lo menos hasta inicios de la década delos setenta, tanto frente a Estados Unidos como frente a la URSS. Las armas desplegadas fueron, por un lado, fomentar movimientos comunistas en el tercer mundo, como, por el otro, arrebatar a la URSS el liderazgo ideológico del comunismo internacional por medio del apoyo a partidos marxistas-leninistas (maoístas) que rechazaban la confrontación bipolar.
En América Latina el maoísmo tuvo una fuerte influencia en movimientos campesino-guerrilleros, lo que ocasionó que ningún gobierno de la región quisiera entablar elaciones diplomáticas con China, salvo Cuba. México y Brasil solo lo hicieron de manera excepcional para abrir rutas comerciales durante los gobiernos de López Mateos y Juscelino Kubitschek. (Anguiano, 2011, p. 28)

Fig. 6: Dinastías y repúblicas en la historia de China
Bibliografía
Anguiano, E. (2011). El estudio de China desde cuatro enfoques: histórico, político, internacionalista y económico. CIDE: México.
Botton, B. F. (2008): CHINA, su historia y cultura hasta 1900. El Colegio de México-Centro de Estudios de Asia y África: México.
Gernet, J. (1991). El mundo chino. Editorial Crítica: Barcelona.
Hu S. (1994): Breve Historia del Partido Comunista de China. Oficina de Investigación de la Historia del Partido: Beijing.
MacFarquhar, R. (1987). The Cambridge History of China Cambridge University Press, Cambridge.