—A veces he querido amar
la memoria de un rostro
bajo el sol de los invictos.
Pero apenas pongo mis manos en tus hombros
y ya te suelto:
no tengo fuerzas.
Mas te amo como los árboles aman la luz.
Como el diluvio
ama la gota sola.
Y tengo miedo de mí,
de tus ojos que miran arrasándome.

—Basta. Una estrella no es todo el universo.
Cuando a deshoras
apagas una lámpara
has creído que necesitaría vivir.
Nada está entre tú y ese amor
que no puedas sobrevivir.
Respira sin intoxicarte de ti.
Ve más allá
del voraz centro tuyo
que te absorbe.

—Ayúdame.
Tengo miedo. Te necesito.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí