Si eres de los lectores que gustan de textos descriptivos y ambiguos, te recomiendo que le eches un vistazo a esta novela de Joseph Conrad.
Al comienzo de la historia nos va adentrando en los viajes de un personaje llamado Marlow, quien navega hacia el Congo en busca de Kurtz, un hombre, que digo hombre, casi un Dios, alguien que ha podido hacer lo que muchos no pudieron; extraer cantidades asombrosas de marfil; un enigmático hombre civilizado que ha tomado la decisión de rodearse de salvajes y formar un hogar en la selva.
Pero para llegar a conocer a Kurtz, hay un largo camino de mucha incógnita, ya que todos hablan maravillas de dicho personaje. Debo aclarar que todo lo que se dice sobre este personaje son rumores adicionándole más interrogantes a su aura misteriosa.La impaciencia de Marlow nos contagia a los lectores, esa intriga de saber cómo es, cómo pudo llegar a tanto éxito, es un clara motivación para llegar al final de la historia.Sin embargo cuando por fin se nos revela este mítico personaje, nos damos cuenta que es un simple mortal, hasta se podría pensar que no está en sus cabales, la idea del Dios, desaparece fugazmente.
Pero no todo es malo, el ambiente que nos describe de tensión y en algunas muchas escenas de horror, hacen que nuestra imaginación vuele y nos dirija a la época colonial, aquella donde los hombres europeos vestían con mallas, trajes excéntricos y sombreros bastantes raros, nos adentra a lugares obscuros y de difícil acceso, nos describe a hombres negros que no se les mira más que como esclavos, toda esta idea de racismo, de conquistadores, de maltrato y abuso hacen de esta novela una muy cruda realidad que aun en estos tiempos se puede observar.
Por un lado tenemos a Marlow, un hombre que se ve invadido por la impotencia de hacer algo antes las injusticias que observa, sin embargo demuestra auto-control y no se deja llevar por las tinieblas del salvajismo ni de la ambición.Por otra parte esta Kurtz que no tiene límites, un hombre capaz de hacer lo que fuese por alcanzar sus metas, y vaya que si es capaz de todo, eso de andar cortando cabezas y ponerlas como trofeo no es cualquier cosa. Del Kurtz carismático e inteligente que había sido antes de adentrarse a la selva, no había quedado nada; lo fue consumiendo la avaricia y la misma selva tenebrosa lo lleno de tinieblas que no le dejaron ver la línea entre el bien y el mal.
Todo esto me lleva a cuestionar sobre los actos terribles que los humanos podemos hacer en cuanto a nuestras necesidades: ¿Será que todos llevemos a un Kurtz dentro? ¿Que sólo necesite un empujón o una ceguera causada por tinieblas para que salga a la luz? ¿Podremos ser fuertes antes circunstancias difíciles y guardar cordura para actuar de la manera correcta? ¿La ambición nos pueda invadir y sea capaz de corromper nuestro espíritu?
Las respuestas a estas incógnitas dependerán de la cosmovisión y los valores que tengamos.