1
Tus manos son fuego.
Y yo soy la materia que las aviva.
En ellas ardo de fiebre espasmódica,
alucinación y una pizca de misterio.
2
Nacemos vez tras vez al roce de un alba electrizante
y todo nos es efervescencia de deleites licuados.
A tus pies caigo rendido como pétalos,
como dulces y necesarias palabras.
Vivimos en una cueva lúbrica,
sobre sábanas de musgo,
condenados a desgastarnos a besos los labios.
Morimos en asfixias cada hora más merecidas.
3
Todo deviene natural,
clima que derrama generosidades
sobre nuestras espaldas que ya se están combando:
aceites, pomadas. Bálsamos.
4
Si logramos salir de esta tórrida prisión
será únicamente para que pueda seguir tus pisadas
hasta las últimas fronteras.