Ángel funerario, eriges tu silencio mineral
a mitad de un campo sembrado de osamentas.
Estás solo, rodeado de un leve bosque artificial
de álamos lóbregos de lastimosos chillidos.
Un viento conocido tantea tus cabellos de piedra,
sin mover uno solo, ángel.
Ángel adolescente, detenido en un largo,
largo e inquebrantable mirar sin mirar, ausente,
posado en un lamento para siempre:
tus ásperas y pétreas mejillas atesoran
un ansia fría y muerta, que no late.
Cae el polvo que te viste de un velo ligero,
que el viento moldea sobre tu túnica gris,
donde retozan las mariposas que te estudian
con los ojos de sus alas y te acarician a veces,
sólo a veces, ángel.
Ángel guerrero, derrotado por el duelo,
caída está tu espada en tierra fértil de amapolas,
de rosas como corazones desgarrados en todo su esplendor,
húmeda tierra de lentos caracoles,
nutrida de cadáveres y ataúdes podridos.
Ángel autista velando a la muerte, centinela,
si escrutaras tu entorno hallarías no más que mármol,
lozas cuadradas, antiguos epitafios tristes,
cruces de grueso tallo, cruces celtas acaso,
conteniendo en su centro el sol que te es vedado, sin piedad,
por tener por ojos un bajo relieve.
Lejos resuena el fúnebre campanario…
y las madres plañideras, ojerosas y enlutadas,
arrastran su pie en la inminencia verde del prado.
Cerca pasea el cuervo inteligente
y se posa en tu hombro y grazna perversamente.
Por su boca hablan demonios blasfemos
y vuela en círculos sobre tu corona.
Pero tú, hermosa efigie, nada haces,
nada puedes hacer sino permanecer en la sombra,
desgastarte deshojando monótonos días,
centurias penosas que son años.
Ángel moldeado por la mano un artista taciturno y cansado,
tus brazos forman el ángulo de una ojiva,
en tus manos escondes la cara abatida
sin lágrimas que la laven, sin sonrisa.
Ángel concebido en una inspiración religiosa,
logrado con el cincel y el sudor de un hijo de Adán.
Ángel de mis pesares, de mis contemplaciones medidas,
de mis vanas ambiciones de volverme como eres
para hablar tu silencio y entender tus secretos.
Ángel que me hace llorar versos que nadie escucha,
perfección de estatua, amigo, te saludo.