- La asfixia autoerótica es el deporte del presente, el poco presente que se siente como garfios en la lengua. Las hachas fueron hechas para la justicia. Y adoro la belleza, pues la belleza es sólo horror y perdición. Nos hundiremos pronto en el magma de la mudez en paga a los camaleones que frenan el desarrollo del púber.
Somos tan jóvenes que necesitamos morir.
Hay una tribulación tan honda en esta secta porque todos quieren tener un columpio durante el apocalipsis, ser el anfitrión de sus propios jugos gástricos, sufrir aunque sea un poco más. Me fascina tener relaciones sexuales con objetos punzocortantes. Penétrame el estómago con un cuchillo, que mi cuerpo es sólo barro despreciable. Hoy quiero sentir todos los enemas, todas las lobotomías, todas las cirugías innecesarias, todas las extirpaciones de órganos que no pueda pagar.
Los erizos y las hienas son mis compañeros, más fieles que la cocaína y la desviación de los instintos. Corre a mi regazo travestido y siente mis rodillas masoquistas al quebrarse. Ojalá el mundo desaparezca mañana. En serio.
Y aunque sé que la inversión es ley en mi especie, también sé que a veces hiere más el silencio. Y es mejor callar.