¡Ya te lo dije!

Destruirme despacio 
para desaparecer de estas miseria;
escapar del dolor crónico
de un mundo lacerante y asesino.
Tal vez intoxicar mis venas con bacterias, 
tal vez inyectarme un virus extraño...
       Lo que sea.

O abrazar las navajas con las venas 
si la pasión anhelada no llega.
Rendirme al fuego, soltar las cadenas, 
regalarle mi yo para amar y ser amado 
en una vida eterna,
en una existencia sin miedos, 
con tu cálido aliento
y tu sonrisa plena.

¿No lo sabías?
El dolor y la vida se aman;
pero nosotros somos un mundo aparte.

Ella es quien puede cambiar mi suerte,
       dignándome el alma
con su dulce beso de muerte.