Periodista jubilada y escritora (Zacatecas, 1950), residente en Guadalajara. Su primer poemario fue publicado en 1982. Ha sido incluida una treintena de veces en antologías nacionales e internacionales. Ha escrito poesía, ensayo y narrativa. Algunos de sus libros son: Coloquio de melancolías, El cielo no es azul, Desde la pasión, Leyendas de México, Llamados a misa, Los secretos de la Doñita y De la lujuria al olvido. A pesar de haber aprendido a leer y escribir hasta los ocho años, su vida entera desde entonces ha estado ligada a la escritura.
De entre sus poemarios más entrañables, la autora menciona a dos: Coloquio de melancolías, el primero, el que “significó la emoción de romper el miedo, ese atreverse, y a la distancia me resulta el más cándido, el más puro”. Y De la lujuria al olvido, la historia de una mujer de la tercera edad “con un floreciente amor carnal, que despierta el letargo de la libido perdida, de las emociones terrenas olvidadas, con la madurez de lo que resulta una poesía erótica que conmueve y sorprende en razón de mi edad” (En esta noche de luna bruja/ mi reino por un beso!/ porque ardamos en la hoguera/ del ritual de la pasión/ quiero encenderte todo/ anhelo ser tu presente/ codicio tocarte el alma/ y después si queda algún tiempo/nos contaremos quienes somos.)
Desde la escuela de Periodismo descubrió ese afán de investigar con amplitud, y buscar en especial temas históricos susceptibles en ensayo en los rubros de la violencia, el género, el liberalismo, personajes de la vida pública nacional, la Independencia de México, la Revolución, la guerra cristera, la religión e incluso el entretenimiento. Como investigadora de la literatura de Baja California nos explica que nace en 1848 con la llegada de Manuel Clemente Rojo, asentado en San Vicente, Ensenada y el pueblo minero de El Álamo, “quien inició sus primeros apuntes narrando del hacer de los pobladores fundadores del entonces territorio de la Baja California norte como se le llamaba. La cercanía con San Diego, población de Estados Unidos fue fundamental en la región para el nacimiento del Periodismo y la Literatura que siempre han ido muy de la mano.” En cuanto al tema de la poesía escrita por mujeres la clasificación de “literatura femenina” le parece errónea. Explica: “La Literatura no tiene sexo. Ni la poesía. Eso de elucubrar si debe decirse poeta o poetisa sale sobrando.” La cosa es que existe talento literario en las personas independientemente de si son hombres o mujeres.
En la narrativa, ella considera que en este terreno la creatividad “debe ir más allá de los límites establecidos y de caminos señalados.” De la poesía, lo más entrañable que le ha dado son los encuentros a los que ha sido invitada porque puede aprender de otros, intercambiar, hermanarse. En México, Francia, Argentina, Portugal y Puerto Rico ha hecho amigos que perduran.. Pero sin temor a equivocarme, fue en el Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, en Oaxaca, donde encontré un sinfín de posibilidades y de proyectos.” En general, la poesía define a la autora, “porque ahondas en ti para conocerte, encontrarte, quererte. Perdonarte.” La definen poemas propios como uno que casi siempre recita en sus presentaciones: “Dicen que mi lugar es frente a la estufa/batiendo bien el chocolate/ pero mis obsesiones me llevan/ a donde la sopa de letras/ A de amor, amada, amante/ Deliciosa costumbre de los desvaríos/ comida a la carta donde escribo/ de mi condición de mujer atrapada en la cocina/ donde reposa toda esta palabrería/ Decido que es tiempo de reír/ me ejercito en la felicidad/ No parto la cebolla porque lloro/ Ni sierva ni esclava/ la epístola matrimonial de Melchor Ocampo se equivoca/ yo todo lo encuentro, en el festín de las letras/ hasta indigestarme.”
Actualmente la escritora siente que no le alcanza la vida para escribir y leer todo lo que quisiera. Baste esta muestra para dar cuenta de una mujer que ha tenido la escritura como eje de su vida.
