Ni Verstappen con su nuevo récord de victorias (16 de 19 carreras disputadas en la temporada), ni Fernando Alonso y el sueño de la 33 han dado tanto de qué hablar este año como lo ha hecho Sergio “Checo” Pérez. Para bien y para mal, pues a pesar de ser el piloto con más victorias en la temporada después de Max, y a pesar de estar toda la temporada como segundo en el campeonato, se le atravesó un duro bache del que ha costado trabajo salir.

Y si hablamos de esto último, del trabajo que ha tenido que afrontar Checo para sobreponerse, tenemos que hablar del peso que ha tenido en esta situación los medios de comunicación y la opinión pública, y es que el piloto mexicano es el más vapuleado por cualquier tipo de circunstancias, en gran medida, desde mi punto de vista, por dos puntos trascendentales: la codicia que reina sobre el lugar privilegiado que ocupa en el equipo campeón del mundo, y el cangrejismo: los haters, los pseudo medios y pseudoperiodistas, particularmente mexicanos.

Los españoles arropan a Alonso hasta la muerte, los argentinos a Canapino, que hasta en las transmisiones de F1 se cuela su nombre de boca de Tornello y compañía, quienes buscan apoyar a su compatriota desde el enfoque del posicionamiento mediático sin dudarlo ni un segundo.

Como ejemplo de esto, cabe ver algunos de los últimos titulares de sitios como SoyMotor, de Lobato, que sin tapujos apoya al Magic en cada transmisión, y que de pronto se han inventado el #MagicSwap, un rumor completamente artificial de un cambio de lugares entre Sergio Pérez y Fernando Alonso, de modo que el español iría a Red Bull y el mexicano regresaría a su antiguo equipo ahora nombrado Aston Martin.

Y ya sea fomentando rumores de la “llegada” de Fernando Alonso a Red Bull, o debilitando la imagen de Checo enalteciendo exageradamente a Ricciardo (con un P20 en Qatar o un paso catastrófico y mediocre en McLaren, y ahora en Alpha Tauri con un Yuki más rápido a pesar de la mala suerte que ha tenido el japonés con sus DNFs y penalizaciones), los españoles empujan a su connacional más exitoso en el automovilismo. Y para ser franco, no estoy en desacuerdo en brindar el apoyo desmedido y abiertamente. En México debemos aprender y arropar a nuestros pilotos y promesas, ya sea Sergio en F1, Pato en Indy o Mateo en Karting, debemos estar del lado de los nuestros, quererles y apoyarles, sin miedo al qué dirán, sin miedo a la “falta de objetividad” que periodistas y medios mediocres han llegado a comentar, mientras que solo replican los titulares de los medios europeos sin una sola gota de análisis.

Checo buscó la victoria, era una jugada que solo podía salir magistral o tremendamente mal, y en esta ocasión fue lo segundo, pero francamente prefiero que Checo vaya agresivamente por la punta, estoy de acuerdo en que un podio más habría sido descafeinado. Había que arriesgarse y Sergio lo hizo. Y mejor aún, dijo que lo volvería a hacer. Espero esto refleje ese mindset ganador que tal vez hacía falta, estar consciente de que es una lucha al límite y que no hay rango para condescendencias o dudas. Hay que ser agresivos pero inteligentes, tanto en la pista como en los medios. Sergio ha ido mejorando, creo, en ambos sentidos.

Para cerrar solo diré que la carrera de este domingo me ha recordado un poco a la Indy500 de este mismo año, donde Pato igualmente arriesgó, y si bien tampoco salió como queríamos todos, al menos prefiero saber que se puso todo en el asador para buscar la gloria, ya sea en la carrera más vieja del automovilismo deportivo o en el GP de casa del piloto más exitoso que ha tenido nuestro país.