Pese a unas últimas vueltas de incertidumbre, con un Verstappen sufriendo por degradación y falta de rendimiento con el compuesto duro, la carrera de Imola ha sido prácticamente un Mónaco, con nulas oportunidades de sobrepaso, deltas por encima del segundo desde la cabeza del pelotón y hasta la última plaza, y sorpresivamente, nulos autos de seguridad ni ningún incidente mayor, a pesar un unsafe release de Williams con Alex Albon y su posterior retiro de la carrera.
Durante las prácticas libres notamos a un Red Bull tambaleante en su trono, con dificultades para salir a marcar tiempos contundentes, con el auto rebelde a la hora de mantenerlo en pista y sufriendo de degradación. En cambio, McLaren y Ferrari, parecían mucho más fuertes, aunque a la hora de clasificar el sábado, como es habitual, todos los problemas de configuración en el auto de Vertappen parecían haberse esfumado, por lo que el neerlandés consiguió la Pole Position sin mayor dificultad, con el Ferrari de Leclerc desdibujándose en Q3 a pesar de haber marcado un tiempazo en Q2 con neumático medio.
Por su parte, Checo parece acercarse al limbo constante de temporada tras temporada, cuando empiezan a llegar las actualizaciones a su auto pero su equipo de ingeniería simplemente es incapaz de encontrar una configuración adecuada para el mexicano. Los problemas que desaparecieron en el auto de Max parecieron amplificarse en el de Sergio, quien quedó fuera en Q2 y sufrió en ritmo y estrategia durante toda la carrera, perdiendo el segundo puesto del campeonato por el momento frente a un Leclerc, que tanto nivel piloto como a nivel equipo, parecen estar en un camino in crescendo.
El hashtag #BirdOut debe estar más presente que nunca. Es inaceptable que un piloto de la calidad de Sergio Pérez, en un equipo campeón del mundo, tenga a un equipo de ingenieros novatos y/o incapaces.
Los fanáticos más ingenuos del motorsports se creerán el cuento de que la diferencia la hace Verstappen con las manos, pero todos hemos visto lo que sucede cuando el auto del campeón del mundo no está como a él le gusta, y la diferencia entre los dos garages de Red Bull, es que desde la jefatura de ingeniería y hasta el último ingeniero y mecánico, se esfuerzan por poner el auto en el punto que a Max le gusta, sin apenas feedback técnico por parte del neerlandés, mientras que en el caso de Sergio, tiene que desvivirse en el simulador y absorber la responsabilidad absoluta de los fracasos.
Por el bien del deporte, por el bien del espectáculo, y sobre todo, por respeto a los aficionados que fin a fin seguimos las carreras, Red Bull, por favor #BirdOut, danos competitividad, danos luchas rueda a rueda.