Los besos robados son de valientes
que de otro modo
tendrían que entregar su corazón vivo en bandeja
junto a un tenedor para sujetarlo bien.
Erigir palacios para regalar.
Cortejar con paso medido bailando,
como se corteja a la muerte.

Porque es fácil morir de amor
y difícil arrebatarlo para ti solo.

Son los que mejor te saben.
Alumbran mejor que estrellas o lunas o soles
que no bajarías, de cualquier modo,
por merecer esos labios apretados como racimos de uvas,
el gusto de candor corrompido,
la redonda mancha de saliva
que deja a tu víctima como prendida del aire
y es una más para tu piel de leopardo.