Eres extraño y frío.
Caes de repente, sin darme tiempo de recatarme.
Gasa densa de gotas,
me mojas, me resfrías;
haces que quiera refugiarme bajo colchas.

Tus palabras son vientos ásperos.
Por más que me esfuerzo,
no comprendo qué relación tienen con el amor.

Pero no negaré
que siempre he deseado salir a encontrarte
y recibirte en la frente y bailar para ti sobre los charcos
y empaparme, aunque los vecinos miren.

Aunque no vuelvas pronto,
y dejes los días secos, de un sol flemático,
sin nada particular.
Aunque después me duelas hasta los huesos.

Eres impredecible como lluvia de enero.

¡Mas todo cariño trae su frialdad!

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