El sociólogo francés Alan Touraine (s.f.: s. p), en un artículo para la página de la Unesco define a la democracia “en función de aquello de lo cual se libera la arbitrariedad, el culto de la personalidad o el reinado de la nomenclatura” Un concepto “definido ‘negativamente’ como el régimen en que nadie puede tomar el poder y mantenerse en él contra la voluntad de la mayoría”. Si acudimos a las raíces etimológicas del término, obtenemos que su traducción literal sería “poder del pueblo”.

         Como tal, sus antecedentes históricos datan de siglos atrás. Según Elisa Cárdenas (citada en Aguilar Rivera, 2018: 10) “democracia” era un término político ya común en México después de 1885. Sin bien aún entonces el concepto no estaba consolidado en una interpretación única, sino que era aún un término cuyo significado y alcances se discutían, herencia de procesos anteriores como la Revolución francesa y la Independencia de los Estados Unidos, por citar los ejemplos más socorridos. Explica José Antonio Aguilar Rivera (2018), respecto del siglo XIX mexicano: “la palabra democracia fue empleada en la lucha que desde los primeros años de la primera república federal sostuvieron las facciones centralista y federalista. Ambos bandos trataron de apropiarse del término para justificar y legitimar sus proyectos políticos. A partir de que se conoció el libro La democracia en América de Alexis de Tocqueville la palabra gozó de un prestigio significativo.”(12) En México, la democracia puede constatarse más fehacientemente a partir del siglo XX, tras el Porfiriato como horizonte histórico a partir del cual se empieza a materializar en lo discursivo, jurídico y político esta forma de gobierno en nuestro país.

De acuerdo a Edson Abraham Salvador Soto Espinosa (s. f.: 73), Porfirio Díaz se habría reelegido consecutivamente, entre 1884 y 1910, gracias a estrategias truculentas. Su mandato diluyó en acuerdos y concesiones con el ejército, la iglesia, la aristocracia y el conservadurismo, los avances civiles que habrían deparado la constitución de 1857. A pesar de cierto avance tecnológico, la situación de abusos, injusticias y atropellos del Porfiriato devino en el movimiento de Revolución que inició en 1810. Aunque Díaz fue derribado en un año, se tardó casi una década en regresar a la constitucionalidad con la constitución de 1917. Siguiendo a Soto Espinosa (s. f.: 74), la novedad de esta constitución fue la conciencia de la importancia de una participación realmente ciudadana, para lo cual era imperativo articular la igualdad educativa, la separación entre iglesia y estado, la escuela gratuita y el desarrollo laboral y judicial.

La historia de la democracia en México se puede articular a partir de semillas ideológicas enraizadas en la clase intelectual del país en el siglo XVIII. Recordemos que en la época prehispánica se tenían gobiernos fundamentalmente militares y religiosos. Y que a partir de la conquista se instaló una forma de gobierno que era extensión de la monarquía española, bajo la figura del virrey que replicaba su mandato, y que dejó poquísimos o nulos espacios para la intervención ciudadana, al tiempo que existía una fuerte red de corrupción en las nacientes instituciones representadas por principalmente por criollos adinerados. Uno de los poquísimos espacios ciudadanos fue el cabildo, en el que los pobladores de villas podían tomar decisiones importantes, aunque limitadas.

         Así, los habitantes de la Nueva España fueron comprobando como sus intereses no eran representados, y que quienes respondían al gobierno velaban más que nada por sus propios intereses. Así, se cayó en la cuenta de que la búsqueda de la felicidad social habría de emprenderse por medio de la acción y no limitarse a ser receptor de un poder supuestamente paternalista. Fue cuestión de tiempo para que las ideas ilustradas, las noticias de la independencia de Estados Unidos y de la rebelión francesa, aunadas a la precariedad y falta de atención de las necesidades básicas, la población comenzara a inquietarse. De tal modo que en 1810 inició una lucha armada del pueblo, encabezada al principio por el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla para rebelarse contra la corona española y sus abusos. La Universidad de México, que inició funciones en 1533, para principios del siglo XVII había generado una comunidad de proto-ciudadanos con preocupaciones sociales.

         Las ideas ilustradas, iniciado el proceso de independencia, dieron forma a la Constitución de Cádiz en cuya formación contribuyeron representantes directos del pueblo, y aunque su alcance nos puede parecer hoy limitado, fueron un paso importante para la construcción de un gobierno proto-democrático. Se subraya en esta constitución que el poder debe emanar del pueblo y se reivindican los derechos ciudadanos para negros, indios y castas, antes reducidas a la ignominia; y se establece la representación de la población a través de diputados. Si bien la independencia, terminada en 1821, no logró cambios en la estructura social, permitió el avance de las tradiciones republicana y democrática, estableciéndose la República a partir de la Constitución de 1824 que, aunque protegió los derechos de igualdad y libertad de expresión, siguió a la sombra del fuero militar y del clero. A pesar de esto, es importante señalar que desde los ayuntamientos se mantuvo la elección popular por votos.

         A falta de partidos, los políticos, tanto centralistas como federalistas se asociaron en logias masónicas, cuyos constantes cambios lograron incertidumbre. Ante la falta de avances, se limitó el voto ciudadano a los hombres de propiedad, asumiendo que estaban más capacitados para decidir, lo que tampoco trajo estabilidad; y durante el siglo XIX los presidentes estaban en el cargo un promedio de un año y medio, debido a los múltiples conflictos de interés entre fracciones. 

         Debido a estos problemas se convocó a un nuevo congreso, del que emanaron las Siete Leyes que establecieron un gobierno liberal aunque centralista, con división de poderes y una presidencia vinculada al congreso. Un censo limitaba la cantidad de votantes, por lo que el ejercicio de la ciudadanía se mantenía inaccesible para una inmensa mayoría del pueblo. La gente común, al no sentirse representada, vivía su vida en lo inmediato, y se idealizaron figuras proscritas del gobierno como los bandoleros.

         La constitución de 1857 representó el primer esbozo de un país verdaderamente independiente, soberano, igualitario y libre. Libertad de trabajo, garantías individuales y repartición de tierras fueron avances para la ciudadanización del pueblo mexicano. No obstante, la fracción conservadora, temerosa de la igualdad ciudadana, desató una larga guerra civil que produjo procesos conflictivos del gobierno nacional. En 1867, el presiente Juárez logró un periodo de cierta paz y normalidad de diez años, aunque el gobierno que decidía el rumbo del país quedaba en manos de una minoría letrada y no residía aún en las mayorías.

Luego, tras una farsa democrática, Porfirio Díaz se reeligió consecutivamente entre 1884 y 1910. Su mandato diluyó en acuerdos y concesiones con el ejército, la iglesia, la aristocracia y el conservadurismo los avances que habrían deparado la constitución de 1857. La situación colmó una vez más la paciencia del pueblo mexicano, rebelado en el movimiento de Revolución que inició en 1810. Aunque Díaz fue derribado en un año, se tardó casi una década en regresar a la constitucionalidad con la constitución de 1917. Su novedad fue la conciencia de la importancia de una participación realmente ciudadana, para lo cual era imperativo articular la igualdad educativa, la separación entre iglesia y estado, la escuela gratuita y el desarrollo laboral y judicial.

De los rescoldos de la revolución, surgió un partido que en teoría garantizaría sus ideales: el Partido Nacional Revolucionario, que luego se llamó Partido de la Revolución Mexicana y luego Partido Revolucionario Institucional, el cual actuó siempre con prácticas poco democráticas. Según el portal Faro Democrático (s. f.) de la Universidad Nacional Autónoma de México: “Desde la Revolución y hasta mediados de la década de 1990, México fue una dictadura de partido” (s. p.) Las fluctuaciones llevaron al poder a presidentes de diversas procedencias y estilos: generales, universitarios, arribistas, pseudo-izquierdistas, populistas, demagogos, corruptos, etc., que, con avances y retrocesos, terminaron irritando a la sociedad que se manifestó de diversas formas. El movimiento estudiantil de 1968 fue quizá el mayor y más notorio de muchos que hubo: campesinos, trabajadores e intelectuales había ya proclamado sus necesidades mediante huelgas, proclamas, demandas (Soto, s.f.: 74). El movimiento estudiantil fue reprendido terriblemente con una masacre que manchó para siempre la identidad e imagen pública del PRI y sembró una continuidad de procesos que encaminaban a México hacia la mayoría de edad democrática. Se exigió más decididamente, desde las academias, los medios de comunicación y las tribunas apertura política, alto al autoritarismo, fin de la corrupción y más espacios de participación ciudadana.

         1988, que en opinión de muchos expertos, fue signado por un fraude electoral en el que se elegiría presidente del país, perpetrado contra Cuauhtémoc Cárdenas que aglutinaba las izquierdas mexicanas como legítima oposición al PRI, fue otro momento de coyuntura que alertó sobre la necesidad de modernizar el sistema de elecciones y velar mejor por la limpieza y seguridad del proceso (Martínez Azures, 2013: 59). Se ejerció una gran presión pública que cuajó en 1990 con la creación del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el Instituto Federal Electoral (IFE) y el Tribunal Federal Electoral (Medina, 1995: 8). En 2000, Vicente Fox se convirtió en el primer presidente de la oposición, iniciando la alternancia partidista, luego de 70 años de gobierno de un solo partido, el PRI, que llevó a decir al nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, que era “la dictadura perfecta.”

         El año 2006 fue otro hito significativo, pues una elección muy reñida, que igualmente levantó sospechas de manipulación, hizo evidente la necesidad de toma de conciencia entre los ciudadanos de sus derechos políticos y la idea de que ellos son los responsables del destino del país y no los gobernantes. Este año refrendó el imperativo de trasparencia, confianza y cuentas claras en los procesos electorales, sobre todo porque, como sostiene José Woldenber (2020: s. p.): “los partidos emplearon la mayor parte de sus recursos en la compra de propaganda en la radio y televisión y recurrieron a los mensajes de propaganda negativa, y donde otro tipo de actores, entre ellos el Presidente de la República y las organizaciones empresariales, emitieron posicionamientos con contenido electoral, obligaron a una nueva reflexión sobre las reglas de equidad de la contienda. A partir de ello, se adoptó una nueva reforma electoral, enfocada en la regulación de la comunicación política.”

         La última reforma importante para consolidar la democracia en México fue la creación del Instituto Nacional Electoral (INE) que viene a suplir al IFE. El carácter nacional de este instituto implica que no sólo se encargará de los comicios nacionales, sino que también del de los estados y municipios. (Redacción AN, 2014: s. p.)

         Según opinión de expertos, luego de nuevas revisiones y actualizaciones, hoy existen en México instituciones electorales democráticas presumiblemente sólidas. Se tiene en claro que la solución a las problemáticas del país está en las vías institucionales. Aunque falta avanzar en temas como la trasparencia a la que el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública vino dar forma jurídica. Y sobre todo en la democratización de los medios de comunicación, aun controlados por una mafia de empresarios, muchas veces coludidos con grupos del poder político, y acusados de desinformar y producir simulaciones para favorecer intereses económicos oligárquicos (Hernández María, 2008: s. p.)

         La llegada avasalladora al poder federal en 2018 de un partido de relativo nuevo cuño, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), representado por Andrés Manuel López Obrador, quien había contenido por el cargo dos veces consecutivas antes, planteó nuevos horizontes, sobre todo a partir de las promesas de campaña de transformación radical del país a partir lo que sería llamado La  Cuarta Transformación (el alusión a los grandes paradigmas de cambio estructural en México: la Independencia, la Reforma y la  Revolución).  A pesar de avance de la crítica a sus posturas políticas, López Obrador mantuvo su popularidad (Moreno, 2021: s.p), hasta el fin de su mandato este año- Este nuevo paradigma deja a la primera mujer en la historia de México en ser presidenta, Claudia Sheinbaum, ante una sociedad civil que ha asumido una importancia más determinante en la política y procura más nunca en poner alto la vigilancia y la presión acerca de muchos aspectos sensibles a mejorar, como las condiciones de vida de los más desfavorecidos, en lo cual ya se ha avanzado. Es así como, debatiendo, accionando, legislando, criticando, proponiendo y dialogando, no sin confrontación violenta a veces, los mexicanos siguen persiguiendo sus sueños de democracia feliz.

Fuentes consultadas:

Aguilar Rivera, J. A. (2018). La redención democrática: México 1821-1861. https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/3914/3898

Hernández, M. A. (2008). La democracia mexicana, presa de una cultura política con rasgos autoritarios. Revista Mexicana de Sociología, vol. 71, no. 2, pp.: 261-303. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-25032008000200002

Martínez Anzures, R. (2013). Antecedentes, actualidad y retos de la democracia en México. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey: Monterrey. https://repositorio.tec.mx/bitstream/handle/11285/628914/33068001113054.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Medina, Luis. (1995). Hacia el nuevo Estado. México. 1920-1994. México: FCE.

Moreno, Alejandro (3 de agosto de 2021) AMLO recupera popularidad: 60% aprueba su mandato, en El financiero. https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2021/08/03/amlo-recupera-popularidad-60-aprueba-su-mandato

S. A. (s. f.). El significado de democracia. https://aceproject.org/main/espanol/ve/vec05b01.htm

Soto Espinosa, E. A. S. (s. f.). Ciudadanía y democracia en México: 1810-2010. Doscientos años en el camino. https://www.ceenl.mx/educacion/certamen_ensayo/onceavo/EdsonSoto.pdf Woldenber, José. (2020). La democracia en México. https://farodemocratico.juridicas.unam.mx/la-democracia-en-mexico/