No basta un café cargado
sin azúcar.
A veces, incluso,
te repele tocar a las personas;
y es necesaria la dulzura.
Hay poco entusiasmo, sin embargo,
por encontrar cualquier paja en esos ojos,
una nueva migaja en sus manos.
Teoría
y práctica del desapego.
Es la división del pan
en cada esquina:
la comunión sólo en la carencia.
El ceño fruncido de tu rostro
que anhela enderezarse.