De acuerdo con A. Owen Aldrige el vampirismo literario surge en Hispanoamérica con los románticos, y si atendemos a su indicación, el monstruo habría entrado a este continente con una traducción de La novia de Corintio hecha por José María Heredia.[1] No obstante, el tema parece penetrar más establemente durante el modernismo, dadas sus inclinaciones al pensamiento esotérico,[2] así como a la influencia de los cuentos de Edgar Allan Poe difundidos en traducciones en revistas de la época; su particular enfoque y tratamiento de los hechos extraños, entre los que se encuentra el vampirismo y el regreso de los muertos, fueron de mucha importancia para dar una nueva vitalidad a la literatura fantástica en español, así como renovar los temas y los modos de narración ya anquilosados hacia el final del siglo XIX.[3]

            En Ecuador, Juan Montalvo publica el cuento “Gaspar Blondin” (1858), el cual alude indudablemente a una narración de vampiros: “oculto de día, rondaba de noche (…) su único crimen conocido y probado era la muerte de su esposa (…) se volvió por su influencia personaje tan raro y peligroso”.[4]

Según, José Antonio Pulido, en el cuento “Tristán Cataletto” (1983) del venezolano Julio Calcaño aparece por primera vez en el continente la palabra vampiro por boca de uno de los personajes: “El viejo monje es taumaturgo y el único que otras veces nos ha librado del diablo y los vampiros”, lo que vendría a demostrar que el tema no fue desconocido para los escritores de la época. Otros cuentos de vampiros que han sido considerados cruciales en la narrativa venezolana decimonónica son “La balada de los muertos” y “El beso del espectro” de Luis López Méndez, ambos cuentos de horror.[5]

            En 1897, Rubén Darío publica “Thanatopia”, pieza breve, narrada en lo fundamental por el protagonista a modo de recuerdo de una experiencia traumática, que trata sobre el regreso de su madrastra de la muerte, lo cual ha perturbado su vida y casi la destruye.

“La vampira” (1899) de Leopoldo Lugones es un notable cuento del argentino Leopoldo Lugones.

El cuento “La granja blanca” de Clemente Palma, publicado originalmente con el título de ¿Ensueño o realidad” en la revista Ateneo, de lima en 1900 e incluido en 1904 en su colección Cuentos malévolos, es narrado por un novio que pierde a su prometida, Cordelia, víctima de la malaria; ésta regresa de la tumba y deja como prueba de su retorno una hija, con la que el protagonista desea casarse una vez que haya crecido; sin embargo la hija es destruida por un personaje secundario por ser la portadora del mal.[6] El 1906 el autor publica otro cuento: “Vampiras”.

El cuento “Vampiro” (1901) de la española Emilia Pardo Bazán, una de las escasas aproximaciones al tema vampírico en la literatura española, ofrece un ejemplo notable de la metaforización del vampiro en la narrativa. El vampiro en este caso es una personalización de cierta crítica social, política y moral de la cultura. Los personajes configuran una denuncia, pues don Fortunato, el vampiro de la narración, es un anciano rico y sin escrúpulos que puede tener cualquier cosa con su poder, incluso a las personas, en una sociedad pobre como la gallega rural de principios del siglo XX. Así se convierte el vampiro en un catalizador de la crítica de un tipo social muy presente: el del opresor.[7] La historia, ambigua, se resuelve de una manera vaga e inconcreta sin permitir determinar claramente si el viejo marido que rejuvenece y la joven esposa que va agotándose hasta la muerte ofrecen un caso verdadero de vampirismo.Otro caso de vampirismo” de Alfonso Hernández Cata es un notable cuento de un escritor español (su última edición en 1920 en Cuentos pasionales).


[1] Sardiñas, José Miguel (2007): “El vampirismo en relatos modernistas” [en línea] en Fuentes humanísticas No. 35. Universidad Autónoma Metropolitana: México, p. 36. Disponible en http://hdl.handle.net/11191/2387

[consultado el 9 de mayo de 2016]

[2] Ibídem, p. 36 y 37

[3] López González, Encarnación (2014): “De la tradición gótica en la literatura hispanoamericana: La granja blanca, de Clemente Palma” [en línea] en Brumal No. 2. Universidad Autónoma de Barcelona: Barcelona, p. 183. Disponible en: https://ddd.uab.cat/pub/brumal/brumal_a2014v2n2/brumal_a2014v2n2p177.pdf

[consultado el 9 de mayo de 2016]

[4] Pulido, José Antonio (2010): “El horror: un motivo literario en el cuento latinoamericano del caribe” [en línea] en Contexto No. 10. Universidad de los Andes: Mérida, pp. 235 y 236. Disponible en http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/18912/1/articulo16.pdf [consultado el 9 de mayo de 2016]

[5] Ibídem, p. 235

[6] López González, E. (2004): Op. cit., p. 183 y 184

[7] López González, E. (2005): Op. cit., p. 156-159