Desde siempre, hasta siempre
hay alguien semejante a nosotros
en vigilias, pulmones, agonía.
En capacidad de exterminar… o pereza.
Alguien que nos comparte su mirada
para habitar en nosotros
y que nosotros, así, le demos vida.
Es un secreto a voces que todos sabemos.
Pero si uno habla de él,
se nos vuelve una loza en la espalda
que, si bien nos salva del acribillamiento,
te curva de humillaciones.