La vida es un crucifijo.
Si extiendes los brazos
abrazas sólo un limbo de pena y soledad.
En los puños crispados aprietas dolor,
dolor,
más dolor.

Cada cuerpo gravitando alrededor
parece hecho en hierro zumbante de tensiones,
mientras el tuyo se desmorona como pilar de arena rendida,
al margen de los cauces.

Y duermes para no saberlo,
pero sufres al soñar.

Basta abrir los ojos un instante.

Pero despertar es tan difícil
cuando quieres morir.