No es verdad. Que
estudiamos para ser mejores;
lo hacemos por entretenernos
y servir en la entrega de la vida
a la muerte plástica.
No es verdad que nos gobiernan los hombres:
lo hace la necesidad
de cerrar las puertas temprano
y hundir el cuchillo
por el ansia de poseer la carroña.
Pero es verdad
que la vida es para ser feliz:
ser feliz con una cama,
tres comidas calentadas,
un techo que tapa toda estrella,
un puñado de escrituras
y el amigo ocasional.