Un pájaro negro desearía rascar
hasta encontrar el cadáver delicioso.

Viejos mausoleos, rotas estatuas de yeso
acorralan los suspiros
que resisten a disolverse de los deudos.
Las cruces son como flores. Sobre sus hombros,
las arañas dejan trabajos inconclusos
como las vidas que migraron sin una vela
ni un tratado para alumbrar el túnel de su muerte.

El corredor está manchado
de tinta de pétalos exprimidos por las suelas.
Una señora pobrísima saca una tortilla
y busca consuelo en un bocado de sal.

Hay violetas y exangües pensamientos por doquier.
Y la luna del día
parece reír con cierto sarcasmo.

Se desvanecen las interrogaciones
cuando fantaseas abrazar una lápida como a un mejor amigo.

Una alta roca que no pudo ser removida,
justo en el centro del patío, te atrae sin razón.   

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