BELLA Y EL UNICORNIO
Bella, la más hermosa y cotizada entre las mujeres, de imagen sobrenatural pero interior frío y desprovisto de sentimentalismo. Todos la anhelaban pero no había existido hombre alguno que obtuviera su corazón. No, hasta quedar prendada de la imagen reflejada en el río, un unicornio de mirada profunda y refinada apariencia, la más divina de las visiones. La joven quedó maravillada ante tan espléndido ser quien a pocos segundos se desvaneció.
Con la esperanza de volver a verlo y no alejarse más de su lado, Bella tejió y tejió hasta crear una enorme red con sus cabellos, esperando el momento en que su ser amado volviera. Un día, de entre las olas del mar, aquella figura anhelada ascendió a la superficie viéndose rehén en la trampa de la joven.
Ante la felicidad de ella el unicornio habló “Aunque me apreses, ates mis movimientos o me guardes en tu sitio más secreto y protegido de tu palacio, nada obtendrás de mí. Esta red sólo consigue atrapar mi cuerpo, pero mi corazón no puede ser tu cautivo. Sólo somos capaces de querer a los demás desde nuestra libertad”[1].
Ante el dolor del rechazo, la red se rompió y el unicornio escapó. Pasó el tiempo, pero el amor de Bella nunca murió, siempre esperó a su unicornio en el acantilado, hasta que su cuerpo se secó y se convirtió en roca. Desde entonces, los amantes le cuentan sus sueños, sus deseos, sentimientos que sólo alguien como ella, quien ha amado con tanta pasión puede entender.
Dicen que todos los días, con los primeros rayos del amanecer, un ser de belleza extraordinaria lleva flores ante la estatua y se inclina ante ella, reverenciando con devoción a quien lo esperó toda una vida… y así, sobre la espuma de las olas, inicia su viaje de regreso.
[1] Las leyendas-mi mundo. Bella y el unicornio https://sites.google.com/site/mimundolasleyendas/Home/leyendas-celtas/bella-y-el-unicornio—leyenda-celta