La navaja no es el óxido:
es el método de producir el escarmiento,
la destrucción amada
para el plenilunio de los hospitales.
Todo es nada.
La desintoxicación
no vale si apuesto la misma cadena de orfandad.
Palpitar. Luego recordar,
recostándose y esperando morir.
Me está cansando este juego de escribano;
las tijeras no perforarán al niño
como el abrazo múltiple de los días.
Es la vuelta de tuerca;
que tu cerebro pediría si quisiera moverse.
Como esquina donde me encuentro humo
y me abrazo infinitamente
como a pura necesidad.
Malgastar el dinero.
La amargura del llanto escondido en el sótano.
¡Las paredes escuchan!
Punto y aparte.
La guitarra vuelve rasgando la noche,
la luz más falsa. El magma
fantasmal se revuelve
invadiendo el lenguaje.
¡Y el mundo no se decide a explotar!