Él por ella levantó el vaso;
había gotas contenidas en sus ojos,
sus manos temblaban y sentía miedo…
pero estaba decidido.

Su boca se cerró aferrada a la vida:
él empujaba el vaso, pero no bebía. Luego,
sus ojos se derramaron… y el vaso también
sobre sus labios.

Y he aquí que el beso contenido en el vaso
se abrió y cerró sus ojos que ya no lloraban.
Y he aquí que ya no sintió miedo.

Y fue la tarde del último día.