El 1 de julio de 2018 se celebraron en México los que fueron hasta entonces los mayores comicios de su historia. Además de presidente del país, se votaron 128 senadores, 500 diputados federales y gobernadores de 30 de las 32 entidades federativas de la República, sumando un total de 3.326 cargos de elección popular.
Esto se da un clima de exasperación social, pues el tejido social llega a este proceso muy afectado por el bajo crecimiento económico de apenas 1% per cápita anual desde hace más de treinta años; además de una ola de violencia de la que se calcula que cobra unas 20,000 vidas al año. A esto se suma la desigualdad social que hace que México sea uno de los más inequitativos de América Latina, con una afectación de 55 millones de personas en pobreza, casi la mitad de la población total (Murayama, 2017).
En este contexto, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo alertó desde la década pasada que el descontento en la democracia, podría trastocarse en descontento con la democracia. En este sentido, el informe del Latinobarómetro de 2016 mostró que “México es el país con menor grado de satisfacción con la democracia (solo 19%) y con alta propensión a renunciar a las libertades democráticas (46%) a cambio de tener Gobiernos con capacidad de resolver problemas, por lo que hay mayor demanda de orden (54%) que de libertad (39%)” (Murayama, 2017)
A esto se sumó la poca credibilidad popular del electorado en la limpieza de las elecciones, tras sospechas o argumentos de fraude electoral a lo largo de la historia del país.
No obstante, hay aspectos positivos: los niveles de participación ciudadana en los comicios no decrecen, con una participación de 60% por cierto de las personas mayores de edad; por su parte, las votaciones dieron como resultado la alternancia en los gobiernos. “Baste decir que desde 2015 se han realizado veinticuatro elecciones a gobernador en los estados y, de ellas, en catorce (58%) han triunfado las oposiciones, de tal suerte que ser gobierno hoy no asegura ventajas a la hora de refrendar el apoyo ciudadano en las urnas”, señaló Ciro Murayama, economista y consejero del Instituto Nacional Electoral de México, al periódico español El país en 2017.
Otro dato de importancia es que en México son los ciudadanos mismos los que organizan y llevan a cabo las elecciones y ese programa no decae.
Como se ve, se avanzó hacia una trasformación democrática con horizontes prometedores. No obstante, la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, de quien se señalaron prácticas autoritarias y que atentan contra la libre expresión y la crítica, llevaron a la necesidad de pensar el tipo de democracia que se estuvo gestando en su gobierno y cuáles son sus características tanto positivas como aquellas que suponen áreas aún por consolidar.
En la actualidad, no existe un estudio orgánico de cómo se reconfiguró la democracia en el gobierno federal en que se deja, existiendo aproximaciones parciales focalizadas en algunos rubros, de forma más bien esquemática y a través del comentario, por lo que nuestra tarea será organizarlos en un todo coherente.
Luego de seis de la llegada de un nuevo gobierno al poder federal mexicano que prometía un cambio de paradigma y una trasformación tan radical como lo fueron la Independencia, la Reforma y la Revolución, apalabrada como La Cuarta Transformación, surge la necesidad de diagnosticar en que medida la democracia en México se ha verdaderamente trasformado y ha cristalizado en nuevas estructuras sociales y políticas. Hace falta la organización sistemática de las diversas aproximaciones parciales que se han hecho al problema.
Las preguntas de investigación podrían ser: ¿Qué trasformaciones operaron en la democracia mexicana a partir de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador? ¿Qué tipo de democracia se ha constituido a partir de las practicas oficiales del gobierno federal?
La Cuarta Trasformación debería suponer un cambio de paradigma y manera de ejercer el poder y la representación pública del gobierno. Sin embargo, existe una falta de conceso entre los críticos y la población sobre esta supuesta trasformación, lo que supone un nicho viable e importante de estudio.
El objetivo principal de la investigación podría ser: determinar qué tipo de cambios se han operaron en la democracia mexicana a partir de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Como secundarios: secundarios: Diagnosticar qué promesas de campaña del presidente han quedado sin realizar (además del esclarecimiento de la matanza de los 43 normalistas asesinados en Ayotzinapa, reconocido como “asignatura pendiente” por el presidente que sale) y cómo afecta esto a la democracia en construcción; detectar posibles prácticas antidemocráticas ejercidas por el poder federal en este sexenio, tales como la pretensión de imponen visiones únicas como su mandato y la desacreditación de investigaciones periodísticas necesarias que le eran le contrarias pero que podían ser integrarse al debate.
Según opinión de expertos, luego de nuevas revisiones y actualizaciones, hoy existen en México instituciones electorales democráticas presumiblemente sólidas. Se tiene en claro que la solución a las problemáticas del país está en las vías institucionales. Aunque falta avanzar en temas como la trasparencia a la que el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública vino dar forma jurídica. Y sobre todo en la democratización de los medios de comunicación, aun controlados por una mafia de empresarios, muchas veces coludidos con grupos del poder político, y acusados de desinformar y producir simulaciones para favorecer intereses económicos oligárquicos (Hernández María, 2008: s. p.)
La llegada avasalladora al poder federal en 2018 de un partido de relativo nuevo cuño, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), representado por Andrés Manuel López Obrador, quien había contenido por el cargo dos veces consecutivas antes, planteó nuevos horizontes y horizontes, con una visión en la que los pobres eran articulados discursivamente como “los primeros” necesitados del gobierno. No obstante, supuestas irregularidades que hicieron posible el avance de la crítica a sus posturas políticas, el presidente mantuvo su popularidad (Moreno, 2021: s.p).
El método más adecuado para esta investigación de largo aliento parecería ser el cualitativo con paradigma interpretativo y un alcance descriptivo. Andrés Rodríguez Jiménez y Alipio Omar Pérez Jacinto (2017) definen un método de investigación como:
técnica particular que se refiere a las diferentes formas en que el sujeto que investiga puede interactuar con el objeto de estudio. Los métodos que se pueden emplear en el proceso investigativo son múltiples y variados, determinados en última instancia por el objeto de estudio. Cada uno de los métodos de investigación tributa a la búsqueda y el perfeccionamiento del conocimiento acerca de la realidad y a su vez tiene su forma particular de acercamiento al objeto, lo cual puede dar lugar a diferentes criterios de clasificación (p. 3).
De donde podemos colegir que el método investigativo es el proceso y camino que permite el razonamiento, sistémico y estructurado, en la adquisición de conocimiento; además, coadyuva al logro y alcance de los objetivos de la investigación. Ragin, Nagel y White (2004) nos dicen: “La investigación cualitativa es especialmente valiosa para generar y evaluar la teoría en las ciencias sociales, revelando el funcionamiento de micro y macro procesos, iluminando los mecanismos hallazgos empíricos cuantitativos subyacentes, y examinando críticamente los hechos sociales” (p.07).
Dentro de la investigación cualitativa, pienso que sería muy útil la modalidad de investigación documental, entendida como aquella que
se realiza a través de la consulta de documentos (libros, revistas, periódicos, memorias, anuarios, registros, códices, constituciones, etc.).
Un tipo específico de investigación documental es la investigación secundaria, dentro de la cual podremos incluir a la investigación bibliográfica y toda la tipología de revisiones existentes (revisiones narrativas, revisión de evidencias, meta-análisis, metasíntesis).
En este sentido, la articulación artículos académicos de investigaciones parciales previas, estadísticas, interpretaciones de la presa por especialistas, tesis publicadas, puede hacer posible sumar estas visiones en un todo-orgánico que nos de una visión de conjunto: un balance general, sino exacto, lo más aproximado posible.
No obstante, tras la salida del mandato de Andrés Manuel López Obrador, surge la necesidad ciudadana de seguir manteniendo muy en alto la vigilancia y el escrutinio político. Seguir reflexionando, presionando, debatiendo, accionando, motivando cambios en la legislación, criticando, proponiendo, dialogando, para seguir construyendo la libertad y la democracia feliz que por tantos años México ha perseguido.