“Otros nocturnos” es la segunda sección de libro Nostalgia de la muerte (1938) de Xavier Villaurrutia. La abre un poema de nombre “Nocturno” que celebra a la noche: “Al fin llegó la noche con sus largos silencios, / con las húmedas sombras que todo lo amortiguan.” el poeta se ha dejado seducir por ella y la desea ya con pasión y arrebato: “¡Al fin llegó la noche, la soledad, la espera!”.
En “Nocturno en que habla la muerte” no es el poeta el que escribe: es la misma muerte que, posesionada del cuerpo del poeta, ha guiado la mano y oprimido la pluma para acuñar el verso, la muerte que ha seguido al poeta en sus viajes solitarios hasta New Heaven para recordarle que ya no puede dejarla tan fácilmente.
“Nocturno de los Ángeles” es uno de los dos únicos poemas eróticos del libro. Escrito en la ciudad de Los Ángeles, el poema nos traslada a las luminosas calles nocturnas de esa ciudad, a la que han bajado los ángeles, trasfigurados en hombres, sólo para poder sentir los placeres de la carne.
“Nocturno rosa” es un extraño poema dedicado a José Gorostiza, en el que el poeta se solaza y repliega en la imaginación de una rosa con las características de su anhelo, las cuales va enumerando. Se trata de una rosa fantástica, nocturna, “negra rosa de carbón diamante / que silenciosa horada las tinieblas / y no ocupa ningún lugar en el espacio.”
“Nocturno mar”, dedicado a Salvador Novo, es la agonía misma. Es sentirse preso en un abismo de soledad, de miedo, de incertidumbre y de pasión y no saber cómo darle cauce. Es la emoción contenida vertiginosamente en el interior del poeta, invadiendo, golpeando lo más profundo de su ser con su marea trágica y revuelta. Es un mar de preguntas sin respuesta, de zozobra, de cólera, que duele en lo profundo, pero que se ha convertido en un amor secreto, muy personal e íntimo.
En “Poema de la alcoba” la muerte toma la forma de la alcoba que nos contiene. Y es entonces ámbito de roces y caricias secretas, de minúsculas dichas sombrías. El espacio en el que nace el deseo, en el que los amantes se encuentran para compartir su soledad, su desamparo. Los amantes se internan en la noche y la noche los ampara. Sólo allí, en la muerte pequeña de la noche, la verdadera unión amorosa.
“Cuando la tarde” más que ser un nocturno propiamente es un poema crepuscular. Trata del momento en el que la luz del día se va fugando para recibir la lenta pero consistente invasión de la noche que trae inevitablemente el deseo al hombre.
Finalmente, “Estancias nocturnas” es un poema de composición clásica, de versos alejandrinos en donde se juega con los conceptos de la vigilia y el sueño, confundiéndolos, al mismo tiempo que se retoman el desdoblamiento del yo y la duda de si la vida es únicamente un sueño.