El pasado sábado se impartió una clase especial de periodismo publicitario enfocado a libros y literatura dentro del Diplomado en Edición, en su área de Marketing editorial, bajo la coordinación del escritor y editor Daniel Zetina, de la Escuela Libre de Escritores, con sede en Querétaro, pero con alumnos de diversos puntos del país. Producto de esa sesión, se escribieron las siguientes reseñas. Nuestro agradecimiento a los aplicados alumnos por su colaboración.

¿Por dónde empezar con la ciencia ficción mexicana?

Bruno Mureddu

En 2010 se publicó Los viajeros: 25 años de ciencia ficción mexicana, una antología que se planificó para recapitular los mejores cuentos del género escritos desde la visión, la voz y el estilo mexicano. Bernardo Fernández, Bef, fue el capitán encargado de conjuntar el estilo de autores consagrados como Pepe Rojo y Cecilia Eudave, con la irremediable prefiguración literaria de Gabriela Damián Miravete. Después de una década, el libro no deja de ser un referente para los amantes de la ciencia ficción.

Como resultado de esta aventura, se creó un libro extraordinario donde se atesoran relatos de extraterrestres sufriendo el contacto con los mexicanos, los robots abandonados en un planeta sin vida, el periodista que se ve obligado a hacer de su cuerpo una herramienta para el entretenimiento, la mujer que conoce el amor entre portales generados por los libros usados o la niña que tiene que convertirse en una gladiadora para ayudar a su familia. Sin embargo, esta antología va más allá y se termina de redondear gracias a las semblanzas de los autores que, a manera de presentación, introducen su trabajo y el panorama literario en el que escribieron. De esta manera, los lectores se encontrarán con un libro donde, además de obras de gran ingenio, se documentarán acerca del proceso que ha configurado a la ciencia ficción mexicana, siendo el prólogo de Alberto Chimal un trazo excepcional de un género que ha dado y seguirá dando grandes exponentes de la literatura mexicana.

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Crecer en México: una mirada nostálgica feminista
Reseña de, Radicales libres de Rosa Beltrán, Alfaguara, México, 2021.

Lilian Michelle Medina

Radicales libres, novela ganadora del Premio José Emilio Pacheco 2022, atraviesa los acontecimientos más trascendentes de los últimos sesenta años en la voz de una narradora que los vivió todos, directa e indirectamente. La Ciudad de México es un espectáculo ecléctico entre el pasado y el presente. Los altos rascacielos de Reforma confluyen con los edificios coloniales y restaurados del Centro Histórico. La sensación de nostalgia ante lo que no conocimos nos embulle de curiosidad. Y no hay nada más eficaz como ir de la mano de un personaje autoficcional para sentir que estuvimos ahí.

Rosa Beltrán configuró una novela de formación en donde la pubertad de la protagonista queda marcada por una imagen fija y constante: su madre montada en la motocicleta de su amante, mientras le dice adiós con la mano. La huida es el momento clave que despertará en ella la curiosidad de saber por qué se marchó; en los lectores, es el punto de partida para preguntarnos: ¿cómo creció una mujer del siglo XX en esta ciudad?

Criada en una familia de mitad de siglo, su crecimiento se desenvuelve entre tías, primas y una hermana, todas con una emoción creciente por describir la vida. Los movimientos estudiantiles de la década de 1960 cobran relevancia en la expansión de su visión de mundo: he aquí la primera generación de mujeres que estudiaron la universidad y adquirieron puestos de trabajo profesionales. No obstante, a lo largo de la novela somos testigos de aquello que se había naturalizado desde siempre: las múltiples violencias de género. Los hechos de la novela alcanzan nuestra actualidad, la de esta pandemia que, por un lado, no ha hecho más que magnificar los problemas sociales, económicos y familiares; y que, por el otro, nos ha recordado la importancia de los vínculos y la revisión emocional para sobrevivir las crisis.

Rosa Beltrán mezcla en esta novela una visión nostálgica de la vida que, sin embargo, no tiene nada de melodramática; es una exposición íntima, crítica y con sentido del humor de la historia de nuestro país desde un enfoque feminista que, sin duda, conecta a las nuevas generaciones con aquellas que las precedieron.

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Reseña Salvaje

Natalia Navarro

¿Pueden ser rebeldes los libros?, ¿buscan ellos al lector y no al revés?, ¿será que de verdad se mueven solos cuando no los vemos?

El libro salvaje, me demostró que sí.

Publicado originalmente en 2008, El libro salvaje de Juan Villoro es un tesoro por explotar. Resulta que, en 2011, el autor colaboró con la Secretaría de Educación Pública (SEP) para publicar y distribuir la obra a los niños que salían de la primaria, entre los cuales estaba yo. En aquel entonces no hice mucho caso al libro y se quedó 11 años guardado en el librero, hasta que un día, en medio de una relectura de Crepúsculo, descubrí al Libro Salvaje mirándome retadoramente y no fue hasta que pude terminarlo que entendí porqué me había llamado de esa forma.

Este libro, dedicado a niños, es más bien para ser leído por gentes como yo que no del todo dejamos de tener asombro por las cosas: tiene pasajes genuinamente divertidos, emocionantes, referencias a otros libros y a autores que podemos identificar fácilmente como Jorge Luis Borjes o Julio Cortazar. La trama de la historia es sencilla y se teje con firmeza a lo largo de los capítulos, los cuales están por cierto complementados con bocetos en blanco y negro que contextualizan perfectamente la historia de Juan y su tio Tito, los cuales viven en una laberintica biblioteca y dedican su tiempo a leer y a buscar al dichoso libro salvaje, un ejemplar maravilloso y escurridizo que no se deja ver, tocar o leer.

Como la mayoría de los libros infantiles es una novela de crecimiento y refleja muy bien los sentimientos humanos, abarcando el amor, la confusión e incluso la corrupción, siendo esta última uno de los sentimientos más interesantes que se abordan al final de la novela.

En cuanto a la estructura, podemos decir que es espiral y cuidada, la extensión es razonable considerando el género (175 páginas incluído el prólogo) y por lo mismo es disfrutable para todo público.

El libro Salvaje es una excelente opción para leer en trayectos o en momentos de ocio, pero llegará el punto en que la búsqueda te hará no poder soltarlo.

Por cierto, cuando buscaba mi ejemplar para escribir esta reseña se escondió entre mis otros libros y hasta la segunda vuelta lo pude encontrar…