Lo ideal se enraíza en la naturaleza a través de significados culturales y prácticas culturales: el orden cultural aparece como un tejido de relaciones sociales de producción; al nombrar al mundo, al ordenar la naturaleza y al innovar las prácticas productivas, la cultura contribuye a la productividad sustentable de los territorios que habita.

 Enrique Leff: Aventuras de la epistemología ambiental, 2006

Como una disciplina  en la ciencia de la conservación, difusión y socialización de los bienes culturales materiales e inmateriales como lo son los patrimonios tangibles e intangibles, la museografía siempre ligada a la museología, nos enseña, a través de una profunda especialización, que más allá de divulgar o difundir la cultura, se trata replantear y proponer buscar nuevas formas de conocimiento, investigación y creación de públicos para  cumplir  con la nueva gama de funciones que el concepto de museo ha adoptado ya sometido a una larga evolución, como la muy importante  de  “cimentar”  la sociedad que se levantará sobre sí misma para enfrentarse a tres mundos: al de su propia naturaleza,  al de sus construcciones sociales  y  al de la naturaleza donde se halla inserto.

Los museos son espacios que “están en función a un público, tienen que educar además de comunicar, sin relegar la misión de conservar los testimonios culturales y transmitirlo de generaciones.”[1] Son lugares de re-construcción ciudadana donde se puede dimensionar en toda su amplitud la realidad humana y donde se pueden crear las condiciones y las estructuras coherentes para que el pensamiento humano pueda revalorizarse haciendo hincapié “en la necesidad de rechazar cualquier desigualdad ya sea de género, de clase o de etnia”[2], y donde se da el reconocimiento del respeto para la reflexión comunitaria y se puede configurar la realidad multicultural de las sociedades.

Es en estos recintos donde se pueden entrever las relaciones del pasado y las actuales de nuevas formas de sociedad en un mundo en globalización pluricutural y vanguardista. Las instituciones de este tipo del siglo XXI buscan ser abiertas, atendiendo a la complejidad, innovadoras y propositivas, universalistas y heterodoxas, incluyentes, emotivas y populares, para acarrear un impacto social mucho más amplio.

Nuestra actualidad debe entender así como producto de épocas, esfuerzos y adaptación progresiva y lenta, pero en constante dinámica de luchas y procesos sociales que, como fenómenos históricos  y objetos de estudio, pueden ser la clara expresión de una  humanidad que empieza visualizarse ella misma a través de una recontextulización  para llegar  a grados más altos de comprensión y se pregunte a la vez, siendo capaz de responder con un cambio de actitud importante desde la ética para comprender que no es cuestión de conservar sino de preservar, curar  y revivir. En algunos casos, estos aspectos culturales dan significado a los usos y costumbres, a las experiencias que acrecientan nuestro capital cultural y nos enseñan a desenvolvernos en un mundo complejo y moderno.

La profesión de la museografía busca incluir también cualquier acción participativa referente a la concientización y apropiación del pensamiento crítico para ser aplicado como una herramienta de integración dentro de la multiculturalidad que busca incorporar todos los acervos, así como las identidades vivas de la cultura a un sentido antropológico coherente para un público sensibilizado y encaminado al aprendizaje.

BIBLIOGRAFÍA

Hernández Hernández, Francisca: “El museo: Herramienta didáctica”.

—:“Museos, multiculturalidad e inclusión”.


[1] Hernández Hernández, Francisca: “El museo: Herramienta didáctica”.

[2] Hernández Hernández, Francisca: “Museos, multiculturalidad e inclusión”.