La belleza es el tópico que nunca pasará de moda, aunque la propia moda cambie junto con el canon de belleza, sin embargo, en varias ocasiones la belleza ha provocado la muerte de muchas mujeres y hombres que pretendían alcanzar la perfección estética.
Los cosméticos han formado parte de la vida cotidiana del ser humano, no sólo las mujeres de la alta sociedad lo utilizaban, para los hombres también aplicarse un poco de maquillaje era cuestión de moda y estatus, sin embargo, el afán de mantenerse en tendencia provocó la muerte de unos y la enfermedad prolongada en otros.
La mayoría de los cosméticos iban acompañados de metales pesados como el plomo, mercurio, zinc, cobre, bario y arsénico, todos tóxicos para la salud a largo plazo al acumularse en la piel y llegar a los vasos sanguíneos. Hoy en día, aunque en menor cantidad, algunos cosméticos tienen plomo, cadmio y mercurio.
La belladona se utilizó en diversas épocas para dilatar la pupila, los efectos secundarios fueron la ceguera y parálisis. En ocasiones la implementación de productos venenosos a la estética tenía como propósito parecerse a la reina Isabel I de Inglaterra.
Ser hermosa y morir es literal.