Daniel Silva (Irapuato, 1985) fue otro de esos púberes que encontró la literatura casi por accidente, la cual le otorgó un refugio y un modo de salvar la distancia que lo separaba de los otros chicoes de su edad. Castigado en la secundaria en la biblioteca escolar, ojeaba los libros y encontraba que las palabras de poetas y narradores le hacían resonancia y le otorgaban una significación particular a su ocio. Aún púber, compró un libro de poemas de Charles Bukowski y tuvo una fuerte revelación, tan así que tuvo que abandonarlo por unos momentos por la impresión de espanto que le causaba. La portada de tal antología tenía el retrato del autor abrazado a una prostituta, lo que le causaba una sensación al mismo tiempo terrible y atrayente. Tuvo que volver al libro, irremediablemente, el cual le abriría una puerta a ese mundo de los que sentimos que la realidad no basta para satisfacernos, la literatura.

Ya en la preparatoria, haciendo el servicio social en otra biblioteca, se confirmó su vocación de joven lector: Octavio Paz, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Edgar Allan Poe, se volvieron sus compañeros; encontraba el ellos un escape a la vida, la conexión con un mundo más vasto con el que podía dialogar. Una de las obras que más lo marcó en este periodo de adolescente fue El principito. Recuerda que en cierta ocasión una maestra les pidió a los alumnos montar representaciones teatrales. Al no sentirse identificado con sus demás compañeros, quienes improvisaron obras sosas de temas sensacionalistas, él prefirió en todo caso hacer el ejercicio solo: hizo un monólogo del primer capítulo de la obra de Saint de Exupéry, el cual memorizó, reproduciendo y mostrando los dibujos de la boa y el elefante para el salón, con los cuales se critica la visión reductiva y falta de imaginación de los adultos. La maestra quedó impresionada. Luego, Daniel empezaría a escribir poemas.

A los 19 años pierde a su madre, lo que significó un quiebre en su vida emocional. Fue así que empezó a ahondar en la experiencia de la escritura poética para poder tratar de desentrañar el significado de esa pérdida. fue sobre todo un proceso de asimilación y encuentro cara a cara con su dolor. Un proceso difícil poblado de sueños recurrentes, pesadillas acosadoras, falsos recuerdos, angustia e interrogantes, lo que en parte está reflejado en la primera parte de su primer libro Pentimento (La rana, 2018) llamada “Jauría de sueños”: ¿Cómo hago para deshacerme de tu memoria / si has pesado tan fuerte en mi alma, / si has terminado por drenar mi corazón? // Ninguna palabra me lleva a ti. (…) // No vendrán tiempos mejores. Pentimento parte de la recuperación de ese duelo para inscribir una nueva lectura en la vida propia del autor: la del creador literario.

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Ya habiendo en la Universidad, en la carrera de Letras Españolas, Daniel o “Pelón”, como lo conocen sus amigos, sigue escribiendo. Publica en algunas revistas y periódicos como El correo, Los perros del alba, Molino de letras, Onomatopeya y Anomalía; y participa en lecturas públicas. Entre los estímulos que recibe en este contexto es el Premio de Poesía Espiral de la Universidad de Guanajuato en 2010, una beca del Instituto Estatal de la Cultura para escribir una novela, y sobre todo, el apoyo e impulso del poeta guanajuatense Juan Manuel Ramírez Palomares, un poeta al que había leído en una de esas bibliotecas de su adolescencia y que significó una lectura iniciática que lo introdujo al panorama de la literatura mexicana contemporánea. Ramírez Palomares ha sido desde entonces un aliado en la carrera literaria de Daniel, y lo ha acompañado en el proceso escritura y publicación de su primera obra poética, para cuya edición escribió unas palabras, del mismo modo que presentó el libro en su estreno en la Feria Nacional del Libro de León, este mayo.

La segunda parte y tercera parte del libro, llamadas en su conjunto “Vino de tus manos”, recupera algunos hitos del poeta en su temprana juventud: las mujeres y el alcohol, sin olvidar a los amigos que enmarcaron esas aventuras, correrías y desveladas por cantinas y bares de la ciudad que aparecen señalados en esta obra. “Los barrilitos” y Los lobos”, forman parte de esa cartografía del deseo enmarcada en la noche, en donde puede ser posible una comunión gracias al alcohol, “la sangre de un dios de cristal” que se bebe. La primera parte de esta sección tiene como tema principal a las mujeres, su cuerpo, sus atributos físicos, su misterio y el amor erótico y pasional que inspiran: una pulsión visceral que se vuelve en algunos momentos destructiva. La segunda parte se centra en el alcohol, sin descuidar el tema de las mujeres. En esta parte destaco el poema “Una mirada al abismo” que cifra las largas y turbulentas borracheras del joven poeta con sus amigos de aquel entonces y que inscribe un diálogo con Efraín Huerta, otro de los tótems poéticos de Daniel: “Solíamos beber todo el día, dormir sobre el suelo en el vómito y la sangre e alguien más. (…) // Los corazones alcoholizados jamás anhelaron el alba.”
Daniel es también narrador. Tiene una novela inédita titulada Elegía para un asesino, inspirada en Flores para Hitler de Leonard Cohen y en Banquete de gusanos de Eusebio Ruvalcaba, y que fue terminada gracias al Seminario para las Letras Guanajuatenses 2015, cuyo tutor fue precisamente Ruvalcaba. Para Daniel, que admiraba grandemente a Eusebio, fue un verdadero lujo poder ser asesorado por él (“fue como conocer a mi héroe”), pues le ofreció valiosa ayuda para terminar su proyecto, recomendó la publicación de su novela y se volvió su amigo. La muerte del escritor icónico, cuyos temas tienen correspondencia con la obra de Daniel (incluso lo cita en uno de los epígrafes de Pentimento) fue una fuerte impresión. Daniel se visualizaba compartiendo la publicación de su libro con su maestro, tutor y compañero.  Elegía para un asesino trata sobre una relación entre padre e hijo fracturada por el machismo. El padre fallece y lega una serie de cartas, fotografías y poemas a su hijo, quien debe descifrar y estructurar para sí mismo, a través de ellas, el sentido de su filiación con el difunto. Esta novela está ya lista para publicarse y busca un editor. Como narrador, Daniel ha participado en Fabulaciones (2015), memorias del II Encuentro de Narrativa Centro Occidente, 2015) y en Popol Wuj para niños (2017), una adaptación del libro religioso maya.

El título de Pentimento es tomado de un libro de Juan Manuel Roca donde se explica su significado: “Si el pintor se retracta y pinta sobre lo ya pintado, dejando bajo la nueva piel de la pintura un cuadro secreto, realiza un pentimiento, que en italiano significa ‘arrepentimiento’” Por último, cabe destacar que Pentimento fue publicado gracias al Seminario para las Letras Guanajuatenses del Fondo Guanajuato. Con la publicación de este libro, el autor asume haber terminado un ciclo. Su agenda ahora contempla seguir explorando su veta narrativa.