Una de las figuras literaria más importantes de la actualidad en Puerto Vallarta, en mi opinión, y a pesar de la marginalidad en la que se ha movido su trabajo, es el poeta Lalo Quimixto Chacala, cuyo nombre de pluma creó como un tributo a las dos poblaciones vecinas en donde nacieron sus padres: Quimixto y Chacala. Es autor de varias colecciones de poesía publicadas en ediciones panfletarias, a veces fotocopiadas, producidas con patrocinios de cafés de la ciudad o por medio de la autogestión. A pesar de esto, dicho poeta es poseedor ya de una leyenda personal que ha proyecto su nombre hacia otros puntos del país, empezando por Guadalajara, a partir de la publicación allí de sus dos primeras colecciones de poesía, Mujeres humanas (1993) y Emociones (1993) en plaquetas de la editorial Alimaña Drunk.

La poesía de este autor, que ha cambiado de matices y formas expresivas a lo largo de los años, tiene como eje experiencias humanas capitales como el dolor, la admiración por la condición femenina y la naturaleza, la denuncia social, la búsqueda de la espiritualidad, y la poesía como un bien común. Conocido y admirado por algunos sectores de quienes frecuentan la escuela musical y lírica llamada rupestre, y por su hábito de declamar poesía en las calles y en los camiones a la manera de una irrupción en el tedio de la vida cotidiana, por un amor a la poesía emparentado a veces con el sentido de la religiosidad asumido como destino, y con el de la lucha del hombre por reafirmar su condición humana, ha despertado el interés algunos investigadores, periodistas y escritores que lo han glosado en espacios culturales como La Jornada y El informador. Aparte están los admiradores espontáneos que comparten grabaciones y poemas del autor en internet.

“La poesía es la vida. O soy poeta o me suicido”, me declaró un día en un bar el poeta, quien parece a algunas personas del medio cultural vallartense como extravagante. Su creatividad no ha tenido mejor suerte con las autoridades culturales vallartenses, de la cuales desafortunadamente no ha recibido apoyo verdadero.

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Aparte de sus lecturas públicas rutinarias por las calles de Puerto Vallarta, ha participado también en lecturas en el centro ceremonial de Chalma, en bares de la ciudad de Puerto Vallarta y Guadalajara, un centro penitenciario y un hospital psiquiátrico, así como en otros eventos de diversa índole. En 2014 dio un recital acompañado de guitarra en la librería José Luis Martínez del Fondo de Cultura Económica, en Guadalajara, en donde pudo reunirse con admiradores que no lo habían visto en mucho tiempo.

Destaca que en 2010 Raúl Bañuelos preparó en Guadalajara una antología con su poesía completa publicada, así como con poemas no coleccionados, bajo el título de Pez en el agua, editado por La Zonámbula, el cual ha tenido un particular lugar de aprecio entre ciertos jóvenes lectores y escritores de la ciudad de Guadalajara, que han escuchado sobre su leyenda y se han visto atraídos por su historia personal: se dice que es un juglar urbano. Ha sido inspiración para otros vates que han llegado después de él, afilando sus propias garras en aras de mantener vivo el parentesco de la literatura y la oralidad.

Es el único poeta, que sepa yo, que le haya escrito un poema a un baldío de ciudad, al cual llama, entre otras bellas metáforas: “amigo de la basura / compañero de la soledad / alimento para las gallinas (…) solar para las iguanas (…) esperanza del poeta / dormitorio de los murciélagos / casa para los pájaros / apoyo para las piñatas / estacionamiento para los caballos (…) hotel para los borrachos / jardín para los recuerdos”; concluyendo que es la  “sombra de sí mismo / testigo de Dios.” Esta sola mención ya puede darnos una idea del tipo de poesía que crea. La sola referencia al poema a un baldío lo hace ya interesante literaria. La ejecución del poema, destacable, lo hace afirma como poeta de la calle y sus hitos. El sentido y cualidades de su obra, al menos a nivel regional, lo hacen digno de interés para un público que merecería ser más amplio. Su figura, a pesar de los periodos de inactividad por los que ha pasado, es, en suma, digna de una mejor valoración entre los que hacen, dirigen y disfrutan la cultura vallartense.

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