Leopold von Sacher-Masoch (1836-1895) fue un escritor austríaco reconocido en su época por sus descripciones de la vida, paisajes y costumbres de todas las regiones que formaron el Imperio Austro-húngaro.
En semejanza al marqués de Sade, Masoch se dio a conocer por el escándalo que acompañó a las publicaciones de sus novelas, en particular de La Venus de las pieles, y demás obras.
En Psicopatía sexual (1886), de Krafft-Ebing, le otorgó el perfil de masoquista a las peculiares aficiones de sus personajes.
Sus contemporáneos valoraron en él de forma especial sus excelentes ensayos sobre minorías étnicas austro-húngaras y su Galitzia natal. Es de destacar su simpatía por los judíos, lo que le valdría el agradecimiento de esta comunidad. Gozó del reconocimiento de contemporáneos de: Émile Zola, Henrik Ibsen y Víctor Hugo.
Una gran parte de la obra de Sacher-Masoch está constituida por cuentos nacionales y novelas históricas agrupadas en ciclos. Sus historias tienen generalmente por heroína una mujer dominante que emplea su poder de seducción o sádica, como en Agua de juventud que retrata la sangrienta historia de la condesa Erzsébet Bárthory. Dos de sus novelas, La pescadora de almas y La madre de Dios, tratan de sectas místicas, mientras que La mujer divorciada, que en su momento fue un gran éxito, se inspira en la infeliz relación que mantuvo con madame Kottowittz.
Su serie de novelas El legado de Caín estaba dedicada en un principio a tratar todos los grandes temas de la vida contemporánea: el amor, la propiedad, el Estado, la guerra, el trabajo y la muerte. Sacher-Masoch sólo pudo completar las series sobre el amor y la propiedad; del resto no quedan más que esbozos.
La Venus de las pieles (1870) era la quinta de una serie de obras sobre el amor y se convirtió al mismo tiempo en un escándalo y en un éxito en Francia por sus descripciones del tipo de apetencias y deseos que han inmortalizado el apellido de este autor: hacerse atar, azotar y humillar y anhelar intensamente a una mujer corpulenta vestida con pieles, firmar un contrato como esclavo e incluso la incorporación de un tercer amante.
En sus novelas retrató a seres que gustaban de este tipo de prácticas sexuales. Sacher-Masoch era seguidor y partícipe, siendo de su agrado tanto el papel de víctima como dejarse cazar.