Por el agrietado rostro del anciano
culpa al aire.
Y al oro por la guerra.
Culpa a la sal.
El mundo es la estepa
y en su inmensidad delirante
empalados los corazones.
Oh, los corazones.
Por el agrietado rostro del anciano
culpa al aire.
Y al oro por la guerra.
Culpa a la sal.
El mundo es la estepa
y en su inmensidad delirante
empalados los corazones.
Oh, los corazones.