Entre la aberrante fauna que La Natura engendra,
encontramos al poeta, única especie
sumamente atractiva para la mala suerte.
¿Será por siempre contigo la desgracia, poeta?
…Oh, ¡es terrible!

Bien lo sabes: tú vivirás por siempre condenado en la existencia;
y sobre tu espalda, como una montaña, pesará más que todos los días,
la indestructible y dolora pregunta del ¿por qué?

Ciervo sin secretos, que abrevas donde acechan las fieras,
tú vivirás siempre muy cerca de la estrellada noche
y cada que observes su tétrico manto rasgarse y repararse,
solo, pedirás un deseo. Tu deseo: valor.
También amarás las centellas que cabalgan en el mar
y todo el brillo en los ojos de la noche.
Y soñarás con barcos que aran en los cielos
y con aquellos que del desierto volvieron para instruir a los hombres
–tú sabes: en la guerra, el maquillaje, la danza y bla bla bla–,
entre muchas, muchas otras cosas más.

Y, cansado de todo esto,
terminarás desmayándote sobre algún claroscuro
o tomarás la serpiente que para siempre te fascina
y la conducirás hasta tu cuello.