El miedo a la muerte siempre ha estado presente en la mente del hombre, sin embargo cada cultura le da una interpretación diferente a lo que pasa después de la muerte. La momificación es una forma distinta de desafiara, en algunos casos era para que se preservara y llegara a la otra vida sin dificultades, en otras era el deseo de los seres queridos nunca se fueran de su lado.
Pero en Japón la momificación tiene otro sentido ya que no era una preparación funeraria. El Sokushinbutsu (consecución de la budeidad en vida) fue una práctica llevada por los monjes budistas del Shugendō con el fin de llegar a la iluminación y convertirse en budas. El ritual duraba aproximadamente 10 años para concluir y se dividía en tres etapas: la primera constaba en llevar una dieta por 1 000 días a base de frutos secos y semillas, lo cual servía para eliminar la grasa corporal; la segunda constaba en tomar un té venenoso por 1 000, el té les provocaba vómito que les llevaba a perder fluidos corporales con el fin de que los gusanos no corrompieran al cuerpo después de la muerte; la tercera etapa el monje se colocaba en una tumba cilíndrica (en donde apenas cabía) el monje se colocaba en la posición del loto hasta la muerte. La conexión que tenía el monje con el exterior era una campana y un tubo de caña para la entrada de aire. Cada vez que la campana sonaba el monje avisaba que aún vivía, en cuanto fallecía, se retiraba la caña y se sepultaba completamente la tumba. Se esperaban otros 1 000 días adicionales y tras ellos abrían la tumba para saber si la momificación había tenido éxito, en caso de que el cuerpo se hubiese corrompido el monje era enterrado con honores especiales, pero sin lograr la se Buda. Por otro lado, si la momificación tuvo éxito el cuerpo era colocado en un templo y se le consideraba Buda.