Para ser el décimo remate de libros me esperaba algo más sorprendente, pero bueno, lo mismo de cada año: editoriales importantes que hacen descuentos que dan risa o no los hacen, pero la mayoría de la gente no lo sabe porque no acostumbra ir a librerías.
Como todos los años criticaré que la repartición de stands hace imposible desplazarse por los pasillos, las grandes editoriales abarcan los grandes lugares, mientras que las pequeñas editoriales o independientes quedan amontonadas en el resto del espacio.
Sí, también tengo que criticar que el trueque de este año daba pena, pues a diferencia de otros años que hasta me faltaban libros para cambiar, este año apenas encontré los tres (que es el máximo este año) y uno de ellos en inglés; será interesante leer a Dickens en su idioma original.
La zona de inventores culturales está muy mal ubicada, ya que al estar en el descanso de las escaleras, hace que la gente se amontone, pues la mayoría lo ocupa para sentarse a descansar y no para formar parte de las actividades.
Y concluiré con lo que he pensado desde la primera vez que fui al remate: deberían de hacer una parte específica para libros infantiles, ya que hay muchos stands tan atiborrados, que es imposible que los niños puedan ver la oferta para ellos.
Fotografías: Howie Rugerio y Victoria Díaz