El pasado es una fiera
que aún te mira como por una rendija sin luz
esperando acecharte con sus fauces,
vuelta imposible monstruo.

Es una mancha oscura que a veces se tiñó de sangre.

Un grillete de vergüenza y culpa
que, a veces, embellece sólo porque sí,
enamorándote de tu esclavitud.

Tiempo que parece imposible de conjugar
para la memoria que no aprende lecciones.