No lo dudes:
en ti vive un gusano inmortal.
Es lento, pero paciente,
y cuando él agoniza, agonizas tú también.

La ciudad está llena de ladrones
y no podrás dormir
seguro con tu propio pijama.

Respira aire para morir.
Porque olvidarás rápidamente el olor
de tu amante,
así como ya olvidaste
el paso lento del púber que fuiste.

Tus zapatos se atoran fácilmente en la escarcha.

Te vas sumiendo
en un pútrido sueño
que es el mecanismo más seguro
de la muerte,
tan sólo indicando tu fecha de nacimiento
en los calendarios de cualquier duda.
Y el pánico es ya inabarcable
como el espacio entre el universo conocido
y el desconocido.