El emperador Quin Shi Huang Di, mostró un gran ingenio para hacerse de toda China para él, sin embargo, para un hombre que desea la inmortalidad hizo trabajar afanosamente a los artesanos, arquitectos y esclavos para construir su mausoleo.

  • El sitio de la sepultura mide unos 5 Km. de ancho, y para construirlo se necesitaron 700.000 hombres.
  • El palacio para el emperador fue construido debajo del monte Li, en la provincia de Shansi, en la región central del país.
  • Hizo construir un ejército de más de 7.000 soldados de barro de tamaño natural para que lo cuidaran en la otra vida, cada uno con un rostro y expresión diferente.
  • El cuerpo de cada figura consta de piernas macizas y torso hueco; la cabeza y las manos fueron cocidas por separado y después se unieron al cuerpo mediante delgadas tiras de barro. Los toques finales se hicieron con un barro más fino, y aunque no lo creas, los soldados fueron pintados de acuerdo a su rango militar sin descuidar ningún detalle.
  • Los soldados estaban armados originalmente con espadas, lanzas y arcos y flechas de bronce, pero poco después del funeral se desató una revolución en China y los rebeldes saquearon la tumba y se llevaron las armas.
  • Las figuras son asombrosamente realistas: tienen cabello, bigote y barba, y los pliegues de la ropa parecen hechos de tela, barro.
  • No sólo los soldados fueron hechos a tamaño real, los 600 caballos y 100 carros de combate de tamaño natural hechos de madera, mantienen su realismo.
  • La tumba principal que contiene los restos del emperador aún no ha sido abierta y se espera encontrarla intacta, hay algunas versiones de lo que se puede encontrar en ella: una es que usó cobre fundido para revestirla, otra es que hizo representar los lagos más importantes con mercurio.
  • Además de que cuenta la leyenda que las concubinas estériles del emperador fueron ejecutadas y enterradas con él, y que los artesanos que decoraron la tumba fueron emparedados vivos en su interior para que no revelaran sus secretos.
  • También se cree que Shi Huang Di ordenó poner algunas ballestas que se dispararían en forma automática si alguien profanaba su última morada.