Hijos de su puta madre (Epazote; octubre de 2022, Guadalajara) es un icónico libro de prosas y poemas de Satriani Durán, que se ha erigido como una figura joven contracultural por excelencia de la ciudad de Guadalajara, con la que el autor no duda en afirmar que tiene una relación de odio y a la que llama “Ciudad del culo”. Satriani Durán Vázquez nació el 14 de abril de 1995 en Guadalajara. Estudió la licenciatura en Derecho, pero, desencantado de la odiosa corrupción y la modalidad ganapán típica de esta profesión, estudió posteriormente la Licenciatura en Filosofía, en la Universidad de Guadalajara, lo que pudo responder de mejor manera a su personalidad crítica, rebelde, insumisa y cuestionadora. Actualmente estudia un posgrado también en Filosofía, avocado sobre todo la tradición relacionada con la desobediencia civil y la crítica a las figuras de autoridad como la policía y el gobierno. De hecho, el pasado 7 de noviembre acaba de presentar una ponencia sobre esto último en el pensador Walter Benjamin, en un importante congreso internacional celebrado en la ciudad de Guanajuato. Y por la noche, ese mismo día, dio un breve recital en la Librería de la Universidad de Guanajuato. Es autor de Sin razón de ser y sin nada que perder (2015), Cuentos, mentiras y poesías (2016), Morirse en México (2017) y De calles, casas, bares y moteles (2019), títulos por demás ya muy significativos y sugerentes de la estética del autor. Ha participado en distintos medios y antologías impresos y electrónicos de México, Colombia, Guatemala y España. También ha sido invitado a diversos eventos culturales a lo largo de México, algunos países centroamericanos, Argentina, Perú y Colombia. Recientemente acaba de estar en un encuentro literario en Guatemala. Según su ficha en este libro “No ha ganado ni piensa ganar premios de concursos literarios arreglados, fraudulentos o amañados”. Su papá, por cierto, le puso Satriani en honor al célebre guitarrista de rock Joe Satriani, considerado uno de los más grandes de la historia.
La portada del libro, atribuida a M&M Ilustración Barata, ya nos da una pista del contenido del libro, pues se trata de un collage a la manera de los clásicos posters punk de los años setentas, donde se lee la leyenda “Jalisco bajo fuego”. Por su parte, en la contraportada se lee “Este libro no tiene resumen ni reseña ni síntesis ni sinopsis. Y ponte a leer, mejicano”. La obra conjunta de más de una treintena de textos, entre poemas y prosas, entre cuyas éstas últimas es difícil la clasificación por ser mezclas entre anécdotas, cuentos, relatos, prosas poéticas o poemas en prosa. En cuanto los poemas, también son de variada extensión y al final de este texto reproducimos uno destacable que alude directamente a la confrontación que el autor tiene como buen punk posmoderno con las figuras de autoridad, odiosas por sí mismas. De hecho, el autor además es cantante de una banda punk llamada emblemáticamente Los antihumanos y de la cual también es letrista; además, conoce muy bien la historia de este movimiento, sus principales referentes, ideario y contradicciones internas.
El autor tiene un estilo prosaico (en el doble sentido de la palabra: de prosa y de escatológico) muy personal: entre transgresor, terrorista, social, nihilista, hilarante, absurdo, insumiso… pero donde cabe también la ternura cuando trata de ciertas cosas maravillosas del amor de la adolescencia, ese tiempo idílico tan exaltado por el movimiento punk, donde el sujeto se cuestiona por primera vez de manera radical, debido a la maduración de su pensamiento abstracto y su enfrentamiento con el problema insufrible de la adultez, por la historia, la religión, la sociedad, el amor, la trascendencia, la familia; temas tocados aunque sea de manera tangencial por el autor en sus textos. Esta ternura del amor adolescente no deja de tener su lado de desasosiego, arrebato emocional, desencuentro, decepción, angustia, drama existencial, pero parece ser recordado (el recuerdo es imaginación en gran parte) como algo bello, digno de haberse vivido, que supone un oasis en medio del sinsentido de la existencia, y que eleva la condición humana por medio del erotismo, la comunión efímera, la sexualidad y los paraísos artificiales del alcohol y otras drogas. Respecto de esto, el autor escribe: “Ser adolescente causa muchas cosas. Son las primeras veces, el primer beso, el primer amor, la primera metida y esas mierdas. Nunca las olvidas porque en tu cabeza reconstruyes los sucesos y los modificas de manera tal que te gusten para guardarlos en el corazón como aquellos primordiales e inefables.”
En tales sentidos, se entiende la atención del autor al aspecto estrictamente literario de sus textos, que no se agotan en la simple denuncia o descripción, sino que hacen juegos de estilo que sorprenden, maravillan e invitan al regodeo de la relectura. Contrario a muchos escritores punk, que escriben deliberadamente o por ignorancia con faltas de ortografía (abusando de las letras k o z para representar idénticos sónicos respecto de otros fonemas), la redacción de Satriani es impecable. Sabe muy bien usar los signos de puntuación para jugar con el ritmo y el sentido, lo cual una horda de escritores tapatíos que navegan con bandera contracultural desconoce, además de no corregir sus textos ni someterlos a la autocrítica severa. Algunos títulos sugestivos del libro son: “Hijos de su puta madre” (que abre el libro como una declaración de principios desde el odio y la confrontación directa), “Que chingue a su madre”, “Paciencia en el encierro”, “Los pendejos”, “Recuerdos del encierro” (que tematiza con muchísimo humor los problemas políticos y sociales de la pandemia) “Pesadilla con esmog”, “Burócratas” y “Sol de mierda”. En relación con ciertas prosas hay una continuidad conceptual al ser nombradas con una fecha muy específica, lo que puede leerse a través de un significado personal muy anclado en el sentido temporal de la propia vida. El último texto es un poema visual, que cierra muy bien el libro, poniéndose un énfasis en las relaciones interpersonales del amor y dejando un poco de lado la crítica social, pues acaso esto primero es más importante y lo que debe prevalecer en la vida.
Algunos pasajes destacables, que dan una muestra muy general de los tratamientos temáticos del libro son los siguientes:
“Nunca fui bueno en matemáticas. Era para mí un galimatías pendejo que sabía que no ocupaba porque yo […] nomás requería de contar y descontar pa que no me fueran a timar, no me fuera a chingar, a verme los huaraches, a hacerme bien pendejo. Chécale: uno más uno dan dos como unidad sintética a priori kantiana y que después entendí como lenguaje con sus elementos de sujeto y predicado, como componentes de un juicio específico susceptible de valor veritativo que podía captar mi seso diádico; como una sucesión necia e infinita: una no es ninguna, y dos apenas son una y de esa unidad, de ese compuesto que se hacía unitario, se extendía la peda, la farra, la juerga, la borrachera, lejos, muy lejos en la abstracciones de mi cabeza. Y si yo estaba mal, mis compañeros de clase estaban peor.”
“el lagrimal […] es una vejiga inmensa en mi cabeza que se pincha seguido y amenaza con ahogarme a cada rato.”
“—Ora que lo mencionas, me acordé de la mano invisible del mercado, la que lo regula todo. A veces he creído que esa mano invisible es medio larga con la exuberante riqueza de los pueblos.
¿Y de verdad cree usté que es una mano invisible? Yo digo que es otra cosa con menos dedos, sin palmas y sin hueso.”
“Maldigo el sol porque da la vida en la tierra. […] “Maldigo el sol que viaja veloz en rayos de muerte retardada”
“Tomar alcohol, leñar y chaquetearse son, según un niño mejicano, los rasgos masculinos por antonomasia, es lo que nos hace lo que somos, es el argumento ontológico en sí mismo.”
Los dejamos finalmente con el siguiente memorable y excelente poema que, por cierto, guarda un diálogo a su modo con la icónica película Un día de furia (1993), dirigida por Joel Schumacher y excelentemente protagonizada por Michael Douglas.
BURÓCRATAS
Burócratas:
no desdeñéis los días de furia
como hacen con mis papeles
en una plaza que no es suya.
Porque turnos siempre habrá
en la eterna fila del horario establecido,
pero no así en la paciencia del que sigue.
Burócratas:
de nada sirve el nombramiento,
el título, la escuela, el honor,
cuando su designación más
prominente es la de "Imbécil".
Porque espacios siempre habrá
en la eterna tripa de la cosa pública
pero no así en vuestros hogares...
Burócratas:
En esta ventanilla, a todas horas
con fuerte abrazo los recibo.
Nada importa. Todo está perdido.
Porque ya cargué mi arma y
estoy esperando en esta cola
a que me digan que "no-se-puede-otra vez",
hijos de su grandísima y perra-puta-bomba madre.