Hace unas semanas me invitaron a la exposición Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo, en el museo Palacio de Bellas Artes. Con dicho nombre, uno esperaría montones de obras de los dos reconocidos pintores a lo largo de su vida, pero ¿Cuál es la sorpresa al adentrarnos en la sala?… Espacios que se rellenaron con obras de artistas desconocidos.
A pesar de contar con numerosas obras que nunca antes se habían exhibido en México, no fue suficiente para llenar la sala de exposición. En fin, les contaré un poco de mi experiencia en dicha muestra. Como mencioné, fui hace un par de semanas, para ser más exacta, un sábado, lleve una pequeña mochila que me dispuse a guardar en paquetería, ya que en experiencias anteriores, no me dejaron pasar con ella; en esta ocasión lo hicieron; tal vez agarré de buenas al de paquetería digo, al joven que resguarda las mochilas.
Al entrar a la sala te dicen que el recorrido empieza del lado derecho; donde hay una proyección que te introduce a la muestra, al salir de dicho lugar, un vigilante me dice que mi mochila debe de ir enfrente, ¿ni un por favor, ni señorita? Ok, tal vez en estos tiempos ya no se sabe cómo referirse a las chicas, con eso de que siendo jóvenes son madres. En fin, eso no nos compete ahora.
Más adelante se encontraba una línea del tiempo de los pintores, con una pequeña letra que no se alcanzaba a ver desde tercera fila, o ¿acaso será que estoy demasiado ciega?… Dicho lo anterior, las personas se empezaban a formar para poder leer; pero esto no le agrado a los vigilantes, los cuales nos decían que no era necesario formarse, que siguiéramos el recorrido. ¿Cómo voy a seguir mi recorrido, si no puedo ver completa la exposición?
Seguía caminando, cuadros de bocetos, frases de los pintores, pinturas, uno que otro proyector, alguna pantalla táctil que no te daban ganas de tocar porque inmediatamente un vigilante te miraba con cara de pocos amigos. ¿Por qué los vigilantes tendrán esa expresión de enojo? ¿No les gustará su trabajo, o es sólo es para apantallar? Una incógnita que siempre conservaré, a menos que un día me anime a preguntarle a alguno de ellos, pero lo dudo mucho.
Niños, adultos, jóvenes; algunos sacando fotos de los cuadros que les gustan, de las descripciones de estos, que en lo personal me dan un poco de risa, tal vez lo hagan para cumplir con una tarea o para presumir en redes sociales. Fotos vacías.
Bueno, creo que me he desviado con la finalidad de este texto. Llegué a la parte del cubismo, de los minotauros, y después… Fin de la exposición. . Me quedé así, igual que ustedes, con una expresión de ¿Es enserio, es todo? Justamente de tajo, como este texto termina me dejó dicha exhibición. Me marché de la sala, sin antes dejar mi comentario/queja sobre la actitud de dichos vigilantes, la malísima distribución de las obras, letreros con minúscula letra y la falta de señalamientos en la sala.