En su pelaje rutilan metales ignotos,
lascas de otro universo.
Su contoneo delata genes de fantasma. En los ojos
le brilla el entendimiento
con seres que la humanidad no verá.
Mas su alma es el misterio mayor.
Bajo el sol centellea cargándose de energía;
o levanta sus garras a la noche
para beber su leche negra.
Míralo con detenimiento
y acobarda.
Prodigio más bello de la casa,
ha relegado al amo a un rincón
desde donde sirve carne sangrante al que,
si no en este mundo en otro, es su amo altivo
pero fiel como sombra de luz.