Para terminar el verano tres libros que llevan el nombre de agosto:
Agosto de Rubem Fonseca. El primero de agosto de 1954 un empresario es asesinado en su lujoso apartamento, a pocos kilómetros de ahí el policía Gregorio Fortunato investiga un atentado contra el periodista Carlos Lacerda. Durante 26 días de agosto, Fonseca hará circular una serie de singulares personajes: policías, prostitutas, militares, políticos, todos envueltos en un clima de violencia y suspenso que terminará con el suicidio de Getulio Vargas.
Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargûengoitia. La primera novela de Ibargûengoitia ganadora del premio de las Américas en 1964, narra con un tono satírico la versión de la historia de un militar retirado, José Guadalupe Arroyo que trata de limpiar su reputación utilizando el recurso de dictar sus memorias al propio Ibargûengoitia. Una novela con un sentido del humor inteligente que va llevando el relato a través de una serie de sucesos desafortunados que nos hará ver la revolución mexicana si no como una tragedia griega, si como un dramón sin sustento ideológico.
Agosto 1.914 de Alexander Solyenitzin. Novela histórica ambientada en la primera guerra mundial. Narra la batalla de Tannenberg librada en la Prusia oriental. Esta novela es la primera e de un ambicioso proyecto de cuatro novelas agrupadas bajo el título de la Rueda roja. El tono sombrío de la novela, en la que aparecen tanto personajes reales como ficticios, se debe a que está contada desde el bando ruso que pierde la batalla. Una historia con gran profusión de datos históricos y detalles que la hacen apta sólo para los apasionados por ese periodo histórico.
Tres novelas de diferentes latitudes que nos presentan un agosto que ya se ha gastado la mayor parte del verano, que se vive entre tormentas y que nos va deslizando a veces de modo abrupto hacia el final de otro ciclo, pero sin importar de qué país se trate nos muestran los manejos políticos que mueven el poder y se repiten una y otra vez aquí y allá.
Autor: Queta Simental