¿Conoces al pájaro que cruza sin descanso los océanos?
¿A aquél que, alcanzado por un aire malsano,
cae sobre las altas ciudades de hierro?
¿Conoces la miseria del pequeño petirrojo cuyo bosque se incendia
y hurga en las cenizas con un pico hambriento?
¿La de aquel que, herido por la bala de un infante,
agita su ala en un charco de sangre?

Vivimos en peligro:
Dios no mira la agonía del pájaro,
y
el corazón es pájaro
cogido en muchos (espinosos) lazos.